Marshall McLuhan, antes y después de su tiempo

Entre las muchas ideas y paradojas del pensador canadiense Marshall McLuhan, una de las más interesantes es la que dice que los medios son extensiones del ser humano. Se refiere no sólo a los medios de comunicación, sino a cualquier aparato, artilugio, mecanismo, instrumento u objeto que prolongue de alguna manera el alcance de nuestros sentidos, desde unos binoculares al bastón de un ciego. Si pensamos en el bastón de un ciego Y en este caso creo que el ejemplo es mío, pero tal vez sea del propio McLuhan): ¿la mano termina al comienzo del bastón o en su punta? ¿es el bastón el que percibe un obstáculo, o es la mano la que lo percibe? ¿O lo hace en realidad el cerebro que recibe la señal de la mano que recibe la señal del bastón? ¿Cuál es el límite, entonces, de nuestro cerebro, las neuronas implicadas en un acto de conciencia, la corteza cerebral, la caja craneal, el brazo, la mano o la punta del bastón?


Algunos de los pasajes más interesantes de McLuhan acerca de los medios como extensiones del ser humano son aquellos en los que habla de medios-extensiones como la azada, los paraguas, la ropa o una de las extensiones nuestra memoria. En cuanto a la azada, dice:

«Obsérvese a un hombre cavando con una azada: su an­tebrazo derecho se ha alargado artificialmente y su mano se ha transformado en articulación. El puño que remata el mango de la azada es como la protuberancia, la apófisis, que existe en el extremo del húmero; el mango mismo es el hueso añadido, y la pala oblonga de hierro, es la nueva for­ma de mano que permite a su poseedor remover la tierra como no habría podido hacerlo con su mano primitiva».

En cuanto a paraguas y libretas:

«¿Hasta qué punto no vivimos ya por medio de nuestros miembros exteriores? Nuestro aspecto físico varía con las estaciones, con la edad, y según nuestra for­tuna vaya en incremento o venga a menos. Cuando llueve vamos provistos de un órgano vulgarmente llamado para­guas, ideado con el fin de proteger nuestros vestidos o nuestra piel contra los efectos nocivos de la lluvia. El hom­bre posee ya muchos miembros extracorporales, que tie­nen para él mucha más importancia que gran parte de su pelo o en todo caso que su barba. Lleva su memoria en un cuaderno de bolsillo. Se vuelve cada vez más complejo a medida que va envejeciendo. Se le ve entonces provisto de aparatos para ver, acaso con pelo y dientes artificiales».

La libreta como una memoria de bolsillo, que ahora se ha hecho más poderosa con las tablet, los smartphones, los ordenadores portátiles. Ahora bien, debo decir al lector que los pasajes que acabo de citar, cuya naturaleza mcluhiana es innegable, no aparecen en ninguna de las obras publicadas por Marshall McLuhan y tampoco en ninguna de sus entrevistas o declaraciones en cualquier tipo de soporte.

¿Cómo es eso posible?

Intentaré desentrañar este misterio y compartir con el lector el asombro que yo mismo experimenté a lo largo de esta investigación.

 

Antólogos de la Arqueo Red

Existe en la Red una extraña página llamada Antólogos de la Arqueo Red. Quizá habría que decir «existía», porque en el momento en que escribo esto ha desaparecido de la red. Sin embargo, todavía se puede encontrar si viajamos en la Máquina del Tiempo Digital, The Wayback Machine (alojada en archive.org), que nos permite ver cómo eran páginas de Internet ya desaparecidas o en sus primeras versiones. No me cabe duda, por otra parte, de que existe, o tal vez existirá en el futuro, una conexión entre The Wayback Machine, el misterioso proyecto Xanadu de Ted Nelson y las ediciones princeps digitales, algo tras lo que no me extrañaría que estuvieran  expertos en el arcano arte de la restauración digital como Lino García Morales.

En la página de los Antólogos de la Arqueo Red se ofrecía este extraño vídeo, que luego comentaré en detalle.

 

Como se ve, los antólogos plantean una serie de preguntas relacionadas con McLuhan, pero las posibles respuestas que ofrecen nos sumergen en un mar de dudas.

Veamos la primera pregunta, relacionada con la célebre idea macluhiana de que los medios son extensiones del ser humano y de sus sentidos:.

¿Cuándo y dónde escribió McLuhan: «El hombre ya posee muchos miembros extracorporales: lleva su memoria en un cuaderno de bolsillo?”.

Es decir, la cita que yo mismo reproduje al comienzo de este artícula.

Para esta pregunta, los misteriosos antólogos de la Arqueo Red proponen tres posibles respuestas:

> 1972

> 1872

> 2072

Sabemos que McLuhan vivió entre 1910 y 1980, así que la respuesta correcta sólo puede ser 1972.

Sin embargo, al buscar la respuesta de los antólogos, descubrimos que nos hemos equivocado, porque nos aseguran que aquello fue escrito en 1872. ¡Casi cuarenta años de que naciera McLuhan!

Los antólogos, sin darnos tiempo a recuperarnos de la sorpresa, no es preguntan entonces: «¿En qué libro aparece la cita anterior?»

En esta ocasión nos ofrecen cuatro posibles respuestas:

> Computer Lib

> Días del futuro pasado 

> Entendiendo los medios 

> El libro de las máquinas 

Antes de intentar responder a esta nueva pregunta, quizá el lector necesite algo de información acerca de alguno de los libros propuestos:

Computer Lib y Dream Machines eran dos libros en uno. Cuando terminabas de leer uno, le dabas la vuelta y leías el otro

Computer Lib (1972)

Significó la adaptación del movimiento de liberación femenino (Women Lib) y de las luchas por los derechos civiles del Black Power al mundo de las máquinas. 

Se trata de un libro doble que escribió Ted Nelson, el creador del hiperenlace, en 1972. Era doble porque cuando terminabas de leerlo, podías darle  la vuelta e iniciabas la lectura de Dream Machines.

Días del futuro pasado (1981), fue una novela gráfica de Chris Claremont y John Byrne publicada en 1981. Quizá trascurra en 2072 (una de las fechas propuestas en la primera pregunta de los antólogos de la Arqueo Red), pero no es seguro. En la novela se cuenta el exterminio de los mutantes en el futuro y cómo alguno de ellos logra viajar al pasado para intentar cambiar el destino que les espera. Recientemente se hizo una película basad en la novela gráfica.


Entendiendo los medios (1964)

Se trata, por supuesto, del libro publicado por McLuhan en 1964, así que todo  parece indicar que esta es la respuesta correcta: es en este libro dónde McLuhan dijo aquello de que llevamos nuestra memoria en el bolsillo.

El problema es que allí no aparece esa cita y tampoco las otras mencionadas más arriba (la del paraguas y la de al azada).


El libro de las máquinas (hacia 1600)

No existe ningún libro con ese título en las bibliotecas analógicas o digitales, a pesar de que los antólogos de la Arqueoweb nos aseguran que El libro de las máquinas fue escrito hacia el año 1600. Así que parece que nos encontramos en un callejón sin salida, pero entonces llegamos a la siguiente pregunta de este extraño juego.

La última pregunta

Como puede verse en el vídeo encontrado en la Arqueo Red, los antólogos dice que el Libro de las máquinas fue publicado hacia 1600 y no sabemos que con esta mención quieren decir que es en este libro en el que fue publicado ese párrafo macluhiano acerca de la memoria de bolsillo. A continuación, formulan una última pregunta:

“¿Qué autor posterior fue el primero en publicar varios fragmentos de El libro de las máquinas, rescatándolo del olvido?”.

ES decir, ¿quién mencionó El libro de las máquinas en otro libro, rescatándolo del olvido, aunque yo diría que con poco éxito, porque ese Libro de las máquinas sigue permaneciendo en el misterio.

En esta ocasión, nos ofrecen cuatro respuestas:

> Lin Bao en el siglo 23

> Samuel Butler en 1872

> Cellarius en 1863

> Ted Nelson en 1972.

Tras una completa revisión de sus libros, puedo asegurar que no fue Ted Nelson en 1972.

Como es evidente, no se puede saber saber en este momento si fue Lin Bao quien recuperó del olvido El libro del las máquinas, porque eso sucederá dentro de dos siglos, en el siglo XXIII (o 23 cómo escriben los antólogos de la Arqueo Red). De Cellarius (un nuevo enigma) hablaré más adelante, así que quizá debamos preguntar si se trata de Samuel Butler.

Otro profeta llamado Samuel

Samuel Butler, ¿el profeta de Erewhon?

Samuel Butler es uno de los escritores más fascinantes que han existido. Propuso teorías en cualquier campo de la ciencia o las humanidades, siempre heterodoxas y siempre desde fuera de las academias.

Una de esas teorías sostiene que la Odisea fue escrita por una mujer siciliana. Esta opinión causó cierto escándalo en su época, aunque  casi nadie le prestó la atención debida. Ahora se sabe que muchas de sus ideas eran correctas o al menos plausibles. En el siglo XX, Robert Graves y otros mitólogos recuperaron la hipótesis de la autora de la Odisea.

Butler también opinaba que la comparación de los cuatro evangelios mostraba infinidad de incongruencias en lo que se refiere a la resurrección de Jesucristo . Hoy en día pocos se atreven a negar que, efectivamente, los cuatro evangelios están tan llenos de contradicciones que es imposible saber qué le sucedió a Jesucristo, e incluso si debemos o no creer lo que él mismo dice de sí mismo:

“Si yo doy testimonio acerca de mí mismo, mi testimonio no es verdadero. 32 Otro es el que da testimonio acerca de mí, y sé que el testimonio que da de mí es verdadero.” (Juan 5:31-32)

 “Respondió Jesús y les dijo: Aunque yo doy testimonio acerca de mí mismo, mi testimonio es verdadero, porque sé de dónde he venido y a dónde voy; pero vosotros no sabéis de dónde vengo, ni a dónde voy.” (Juan 8:14)

¿Qué debemos pensar de alguien cuyo testimonio consiste en decir que no debemos creer en su propio testimonio? ¿Y que poco después nos ofrece otro testimonio en el que nos dice que sí que debemos creer en su testimonio? Parece demasiado complicado entender a este otro profeta de Judea, que sin duda fue muy influido por las paradojas griegas, célebres en su época.

Pero Samuel Butler no se hizo famoso por sus estudios bíblicos o sus hipótesis homéricas, tampoco  por su extraordinario libro El camino de la carne, sino por una novela utópica llamada Erewhon.

Erewhon es tal vez la más interesante utopía que se ha escrito. Ha influido en autores como Aldous Huxley (Un mundo feliz), George Orwell (1984) o Frank Herbert (Dune).

Los habitantes de Erewhon, según nos cuenta el narrador, un viajero que ha llegado a este extraño país atravesando las montañas, destruyeron las máquinas, al darse cuenta de que era cuestión de tiempo que evolucionaran hasta superar al ser humano y convertirlo en su esclavo. Como se ve, aquí está también una de las influencias de Matrix.

La decisión de destruir las máquinas supuso una guerra civil entre los erewhonianos, divididos entre los partidarios de las máquinas y sus detractores. La guerra fue causada  precisamente por las terribles profecías que se anunciaban en… ¡El libro de las máquinas!

«La desdicha consiste en que el hombre haya permaneci­do ciego tanto tiempo ya. La confianza que le inspiraba el empleo del vapor le ha inducido pérfidamente a crecer y multiplicarse. La abolición repentina del vapor como fuer­za motriz no tendrá por efecto el reducirnos al estado en el cual nos hallábamos cuando fue descubierto; sobreven­drán una bancarrota general y un período de anarquía como nunca se han conocido. Será como si nuestra población se hubiera triplicado de repente sin tener más medios para alimentarse que los de que actualmente disponemos. El aire que respiramos apenas es más necesario para nuestra vida animal de lo que para nuestra civilización lo es el empleo de cualquier máquina con la cual contábamos al ver aumentar el número de nuestros habitantes». 

Como se ve, hemos encontrado por fin El Libro de las Máquinas, citado en el interior de de Erewhon, lo que parece resolver la pregunta acerca de quién recuperó el Libro de las máquinas, puesto que Butler, en efecto, cita varios pasajes extensos de ese libro en su novela.

La cuestión que plantean los antólogos, sin embargo, no está todavía resuelta, pero antes de explicar por qué, conviene detenerse en otros pasajes de ese libro misterioso, que al parecer fue escrito en Erewhon, como este:

«Son las máquinas las que influyen sobre el hombre y le hacen hombre, tanto como él ha hecho las máquinas e influido sobre ellas. Pero hemos de escoger entre arrostrar muchos sufrimientos ahora, o ver­nos gradualmente suplantados por nuestras propias crea­ciones, hasta que nos hallemos con relación a ellas en tan humillante situación como los animales del campo se en­cuentran con relación a nosotros.»

Marshall McLuhan, ¿el profeta de Erewhon?
Marshall McLuhan

Además del temor a las máquinas y de la mutua redefinición de la naturaleza humana y maquinal a través de nuestra relación con las máquinas, en los capítulos de El libro de las máquinas que reproduce Samuel Buttler en Erewhon, podemos leer muchos otros pasajes acerca de los medios como extensiones del ser humano, como los citados al inicio de este artículo, pues es en El libro de las máquinas donde aparecen esas citas de los paraguas y la azada como extensiones del ser humano.


Todo lo anterior parece conducirnos a una revelación inesperada y absurda, pero que resulta difícil eludir:  ¡Marshall McLuhan es el autor del Libro de las Máquinas!

 

¿Un enigma sin respuesta?

Conviene recapitular. El vídeo de los arqueólogos de la Arqueo Red nos ha llevado a la conclusión de que párrafos macluhianos como:

«¿Hasta qué punto no vivimos ya por medio de nuestros miembros exteriores? Nuestro aspecto físico varía con las estaciones, con la edad, y según nuestra for­tuna vaya en incremento o venga a menos. Cuando llueve vamos provistos de un órgano vulgarmente llamado para­guas, ideado con el fin de proteger nuestros vestidos o nuestra piel contra los efectos nocivos de la lluvia. El hom­bre posee ya muchos miembros extracorporales, que tie­nen para él mucha más importancia que gran parte de su pelo o en todo caso que su barba. Lleva su memoria en un cuaderno de bolsillo.

aparecen en El libro de las máquinas, un libro que supuestamente fue escrito hacia 1600 por un profeta de Erewhom, aunque la única certeza que tenemos es que en 1872 ese texto y otros fragmentos de El libro de las máquinas se publicaron en la utopía Erewhom o Más Allá de las Montañas, escrita por Samuel Butler.

Puesto que la guerra contra las máquinas tuvo lugar trescientos años antes de la publicación de Erewhon, es decir, hacia 1600, no es posible que McLuhan escribiera ese libro.

Podríamos pensar, por supuesto, que El libro de las máquinas es una obra imaginada por Samuel Butler. Sin embargo, eso tampoco hace posible que esos pasajes los escribiera McLuhan, quien ni siquiera había nacido  cuando Butler murió.

El enigma resulta difícil de resolver, porque tan sólo podemos afirmar que Erewhon fue escrito en 1872 y que allí se incluyen varios pasajes de El libro de las máquinas, pasajes que a cualquier lector le revelarán la mano macluhiana.

Una solución sencilla consistiría en acusar a McLuhan de plagio, lo que no es muy verosímil, si recordamos la insistencia de McLuhan en reconocer que lo mejor de sus ideas procedía de otros, en especial de Harold Innis. Ahora bien, aunque no he podido revisar uan a una todas las obras de MacLuhan, no he encontrado ninguna mención en todo lo que he leído de él a Samuel Butler. Ausencia llamativa en alguien que parecía conocer a fondo toda la literatura inglesa.

¿Por qué MacLuhan no menciona a Butler, o al autor de El libro de las máquinas, entre sus precursores?

 

¿Quién es Cellarius?

Recordemos, sin embargo, que existía una cuarta posibilidad en el extraño juego de los antólogos de la Arqueo Red: que El libro de las máquinas hubiera sido citado por primera vez, no por Samuel Butler en 1872, sino por un tal Cellarius en 1863.

¿Se trata de una invención o de un dato cierto? ¿Quién es Cellarius?

Tal vez algún lector sepa la respuesta, o tal vez esté en Recuerdos de la era analógica.


NOTA EN 2012

En el tiempo transcurrido desde que inicié esta investigación, puedo afirmar que he resuelto el misterio, o al menos uno de sus aspectos más inquietantes, relacionados con Celarius. En atención a mis lectores más inquisitivos, les dejaré que intenten averiguarlo por sí mismos, antes de revelarles la respuesta. Pueden lograrlo utilizando la asombrosa herramienta creativa que (casi) lo contiene todo y que sólo los ignorantes desprecian: la Arqueo Red, es decir, Internet.


Nota en 2016

Puesto que ningún lector parece haber dado con la respuesta, yo mismo la revelaré en breve en esta página de la Arqueo Red que es Diletante y que tal vez ayude a los antólogos del futuro en sus pesquisas acerca de sus antepasados.


Algunas claves más en…

Recuer­dos de la era analóg­ica, una antología del futuro
eBook
Evohé, Ama­zon

Ver­sión impresa
Evohé, Ama­zon


 Recuerdos de la era analógica

MARSHALL MCLUHAN

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