Manera de leer Principios de filosofía y otros libros

Dice Descartes en el prefacio:

      «Añadiría también una advertencia sobre el modo de leer este libro, y es que quisiera que se leyera primeramente todo seguido, como si fuera una novela, sin forzar mucho la atención ni detenerse en las dificultades que se puedan encontrar, a fin de hacerse una idea general de las materias que he tratado; y después, si se considera que merecen ser examinadas y se tiene curiosidad por conocer sus causas, se puede leer por segunda vez, para ver cuál es el nexo de  mis razones; pero no hay que desanimarse si a veces no se ve claramente, o no se entienden todas esas razones; en tal caso, conviene subrayar las partes en las que se encuentre alguna dificultad,  y continuar leyendo sin interrupción hasta el final; después, si se vuelve sobre el libro por tercera vez, me atrevo  a creer que se encontrará la solución a la mayor parte de las dificultades que se hubieran señalado antes, y que, si aun quedaran algunas, se hallará finalmente la solución volviéndolo a leer» .

 Creo que este es un buen método para leer libros, especialmente libros de filosofía, y es, además, el método que se recomienda en un libro que compré acerca  de cómo desarrollar la memoria (a pesar de  ello, tengo una memoria desastrosa, no por culpa del libro, por supuesto, sino por no haberme concentrado en ello). Pues bien, se dice en ese libro, que es un error, al leer un libro, no continuar leyendo hasta que no se ha comprendido todo: es un error porque entonces no se avanza en el libro y se hace un esfuerzo enorme. Es mejor dejar algunas cuestiones sin resolver  y  proseguir aunque no se entienda, porque, viendo más  adelante hacia dónde conduce el autor sus reflexiones,  nos será mucho más fácil comprender lo que antes nos parecía confuso. Este es el método que recomienda Descartes.

Además, recomienda subrayar y marcar las partes dudosas, para después revisarlas. Eso es lo que hago yo cuando leo: subrayo todo lo que me parece importante o interesante. Cuando no estudiaba, subrayaba más bien aquello que me  interesaba a mí, lo que me llamaba la atención, aquello con lo que estaba de acuerdo, etcétera. Ahora subrayo las tesis fundamentales, las opiniones fundamentales del autor, para después hacer un resumen rápido de  lo que propone  el libro. También subrayo lo que me llama más la atención, pero que no es tan importante como para incluirse en el resumen del libro: una observación casual muy atinada o algo parecido.

Además, a veces anoto algo en los márgenes cuando creo que se me va a olvidar, y también pongo signos de interrogación cuando una cuestión me parece dudosa. Dudosa en varios sentidos. Puede ser dudosa porque resulta chocante que la sostenga el autor, o porque resulta incoherente con todo lo anterior, o porque yo mismo no estoy  seguro de si es así o no es así, etcétera. También pongo signos de admiración, que a veces son elogiosos y a veces todo lo contrario: a veces me sorprendo de las tonterías que dice un autor y pongo un signo de admiración, en ocasiones  me admiro de sus aciertos y también pongo un signo admirativo. Y a veces pongo un signo de admiración y uno de interrogación.

(Un rato después: Cuando comenté en páginas anteriores  la manera de leer libros recomendada por Descartes, olvidé añadir lo digna de elogio que resulta la opinión de Descartes de que es perfectamente posible entender todo lo que contiene su libro. !Qué diferencia con la pretensión de Wittgenstein acerca de la incapacidad de todo el mundo para comprender sus libros!
1991: Comparar con Schopenhauer, que opina como yo.
1999: Debo buscar dónde opina eso Schopenhauer.
2015: Sería interesante encontrar eso de Schopenhauer, teniendo en cuenta que su gran libro El mundo como voluntad y representación no es sin duda uan lectura fácil.


NOTA en 2012

En Las paradojas del guionista desarrollé el asunto de cómo mejora el aprendizaje no por insistencia en la lectura del mismo pasaje, sino por la ampliación del contexto y de la lectura:

«También conviene renunciar a intentar comprenderlo todo: hay que seguir trabajando aunque no se entienda nada de ese nuevo territorio que tenemos que crear. Un prejuicio común en el aprendizaje es pensar que uno no debe avanzar en la lectura de un libro hasta que entienda perfectamente todo lo que ha leído. Lo dice, por ejemplo, el célebre L. Ron Hubbard en Dianética, la biblia de la Cienciología, la iglesia de la que son adeptos muchos actores de Hollywood, como Tom Cruise y John Travolta:

Al leer este libro, asegúrate bien de que nunca pasas una palabra que no entiendes completamente. La única razón por la que una persona deja un estudio o se vuelve confusa o incapaz de aprender, es porque ha pasado una palabra sin entenderla (Dianética).

Pero ése es un consejo absurdo, como saben quienes estudian el aprendizaje y la creatividad: entendemos las cosas por su contexto, no deteniéndonos en ellas y repitiéndolas una y otra vez. Cuando no entendemos algo, lo que conviene (tras un breve repaso por si acaso) es seguir leyendo. Si estamos aprendiendo física cuántica no nos servirá de nada que nos detengamos una y otra vez en la frase: «El principio de indeterminación de Heisenberg dice que no se pueden determinar simultáneamente la posición y la cantidad de movimiento de un electrón». Sólo lograremos entender esa frase si seguimos leyendo y aprendiendo más física cuántica.»
(Las paradojas del guionista)

                  **********

[Los  principios de  la filosofía, de Descartes]

[miércoles 10 de enero de 1990]


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2 Comments

  • Angelina Girón

    Toda mi vida, de pequeña, en el colegio, en la facultad, en todas mis lecturas de novelas, ensayos, poesía… tengo junto al libro un lápiz ó boligrafo y subrayo muchas cosas. Si no lo hiciera, me parecería que no había leido el libro
    Si lo vuelvo a reeler, en algún momento, siempre se porqué lo hice en su momento.

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