Los herreros divinos y cojos

Es sabido que en muchas culturas, los herreros divinos son cojos. Es una extraña característica que comparte tanto el Hefesto griego como el Vulcano latino, dios que, al parecer, no procede del Hefesto griego continental sino del Velcano cretense.

En el mito tradicional griego se cuenta que cuando la diosa Hera vio a su hijo recién nacido, Hefesto, le pareció tan enclenque que lo arrojó desde la cima del Olimpo. No quería que nadie supiera que había dado a luz a un dios tan debilucho. Hefesto sobrevivió a esta terrible caída, y ni siquiera sufrió ningún daño, porque cayó en el mar y fue recogido y cuidado por las diosas Tetis y Eurinome. Agradecido, el muchacho construyó su primera fragua bajo el mar y empezó a fabricar joyas y herramientas para las amables diosas marinas. El mito no nos dice, según creo, cómo lograba Hefesto hacer arder el fuego de su fragua bajo las aguas, por lo que hay que suponer que los palacios marinos debían ser cómo las cúpulas cristalinas de la ciudad del capitán Nemo.

En cualquier caso, parece que la causa de su cojera no fue esa caída, que hubiera matado a otro cualquiera (caer sobre el mar desde una altura considerable no es muy diferente a caer sobre tierra). Cuando en el Olimpo se supo que Hefesto era un gran herrero, se le permitió regresar junto a los dioses.

Return of Hephaestus to Olympus, with Dionysus & Hera | Greek vase, Athenian red figure skyphos
Hefesto regresa al Olimpo

Tiempo después, Hefesto vio cómo su padre Zeus colgaba de las muñecas a su madre Hera como castigo por la rebelión Hera, que se las había apañado para dormir a su divino esposo, para así poder perseguir a Heracles, el hijo de Zeus con la mortal Alcmena.

Al ver a su madre colgada del cielo, Hefesto reprochó a Zeus su crueldad. Furioso, el padre de los dioses arrojó de nuevo a Hefesto desde el Olimpo . Esta vez la caída fue terrible, duró un día entero y acabó estrellándose en la isla de Lemnos. Se rompió las dos piernas, lo que justifica el epíteto con el que Homero suele referirse a el: “Hefesto, el ilustre cojo de ambos pies”

Gracias a la ayuda de los habitantes de Lemnos, Hefesto logró recuperarse, aunque se vio obligado a caminar con muletas de oro, que él mismo  fabricó. Finalmente, Zeus le perdonó y le nombró herrero divino.

Hefesto entrega a Tetis las armas para su hijo Aquiles

 

Otros herreros con discapacidades

Hefesto no es el único herrero de la mitología griega que tiene algún tipo de discapacidad física. Los cíclopes herreros, Brontes, Arges y Estéropes quizá no eran cojos, pero sí tenían un sólo ojo.

En opinión de mitógrafos como Robert Graves y Marcos Méndez Filesi, la lesión de los herreros divinos podría tener una explicación:

“Pueden haber sido lisiados deliberadamente para impedir que huyeran y se unieran a las tribus enemigas” (Graves, Los mitos griegos)

“En general, los personajes mitológicos vinculados con el mundo de los herreros suelen ser cojos, lo cual quizá esté relacionado con la costumbre de lisiarlos para que no se fueran a otro lugar” (Méndez Filesi, Dédalo y Völundr en El jardín de los dioses)

Es una explicación que resulta muy convincente a primera vista: los herreros fabrican armas y son indispensables para la defensa frente a los enemigos. Pero también son muy valiosos y pueden ser tentados por otros pueblos a cambio de grandes sumas de dinero, así que lo mejor es lesionarlos para que no puedan huir.

 

La perdiz coja

Otra explicación es que esta cojera podría tener que ver con la perdiz, que practica un extraño baile en el que se mueve de una lado a otro cojeando, al parecer para salvar a sus crías atrayendo hacia sí la atención de los depredadores, que ven más fácil capturar a una perdiz coja que a una cría inquieta. Cuando el depredador se acerca a la perdiz coja, ella levanta el vuelo, dejando con un palmo de narices a su cazador. Otra versión asegura que es la perdiz macho la que cojea cuando quiere seducir a una hembra: en realidad se sujeta un talón con el que golpeará a sus rivales.

¿Y por qué una perdiz, por coja que sea, tiene relación con Hefesto y en general con un mito?

Perdices y laberintos en Etruria

Esa es una larga historia relacionada con el laberinto de Creta, que no contaré aquí, pero sólo mencionaré algunos detalles : existe otro herrero en la mitología griega que es lanzado desde gran altura: Talos, discípulo y rival de Dédalo. Celoso de su joven ayudante, el futuro constructor del Laberinto lo arrojó desde la Acrópolis de Atenas. Talos no llegó a quedarse cojo, sino que murió, pero enseguida su alma remontó el vuelo en forma de perdiz, lo que es una sugerente casualidad.

A ello debemos añadir que Dédalo construyó un autómata de bronce llamado Talos, tal vez en recuerdo de su alumno. El autómata daba la vuelta cada día a la isla de Creta para protegerla. Sólo tenía un punto débil, en el talón. Sin duda tampoco esto es casual, sobre todo si tenemos en cuenta que, según dice Graves, uno de los nombres de Talos era Tántalo (“cojeando” o “tambaleando”).

 

El herrero Volundr

File:Völund.jpg

Por otra parte, Graves señala que mitos semejantes se encuentran en África Occidental o Escandinavia. Y es cierto, porque en los mitos germanos hay muchos personajes relacionados con la metalurgia que tienen algún tipo de minusvalía, incluso el propio Odín. Otro es Wyland o Völundr, un herrero que construyó una joya tan prodigiosa que despertó la codicia del rey de Suecia:

Cuando Nídud, el rey de Suecia, se enteró de que existía un collar tan espléndido mandó a sus hombres que se lo trajeran. Aprovechando que Völundr había salido de su casa, los soldados entraron y encontraron el collar. Sin embargo, no se atrevieron a robarlo y se limitaron a llevarse una anilla. Al regresar, Völundr se dio cuenta de que faltaba una anilla pero pensó que, ya de vuelta, se lo habría llevado la walkyria Álvit, con la que tiempo atrás había tenido amoríos. Mientras la esperaba, se quedó dormido y los soldados le aprisionaron.

Para impedir que huyera, Nídud ordenó que le cortaran los tendones y que lo abandonaran en un islote enfrente de la costa llamado Sevarstad («el enclave del mar»). Además, se quedó con su espada y dio el anillo de oro a su hija Bódvild.

(Marcos Méndez Filesi, Dédalo y Völundr en El jardín de los dioses)

En realidad no fue el rey, sino la reina quien impuso a Völundr el terrible castigo de dejarlo cojo, pero a partir de ese día el herrero tuvo que trabajar sólo para el rey Nídud y su corte, aunque acabó vengándose de todos ellos.

Otros herreros no son minusválidos, sino de pequeña estatura, como los nibelungos, pero no me ocuparé ahora de ellos, sino que les dedicaré una futura entrada.

 

La hipótesis de Mircea Eliade

Mircea Eliade dice que hay otros herreros cojos en culturas muy alejadas, como Japón, donde encontramos dioses herreros como Ame no ma-hitostt no kami “la divinidad tuerta del cielo”, que se caracterizan por tener un sólo ojo sano y una sola pierna. Pero Eliade no comparte la idea de que estos mitos de héroes cojos procedan de la costumbre de mutilar a los herreros para que no se escapen, sino que propone otra posible causa:

“Las invalideces de los personajes (tuerto, cojo, etc.) recuerdan probablemente mutilaciones relacionadas con la iniciación”.

Se trataría de un reflejo de las iniciaciones propias de las sociedades secretas de guerreros (mannerbunde).

 

La hipótesis de Toynbee

Pero frente a la hipótesis, que realmente resulta ingeniosa y elocuente, de que a los herreros se les lesionaba porque eran demasiado importantes como para permitir que pudieran unirse a los enemigos y fabricar armas para ellos; y frente a la teoría de Eliade acerca de las huellas de un rito iniciático, el historiador Alfred Toynbee, en su monumental Estudio de la historia, ofrece otra explicación. El mito de que los herreros tenían que ser cojos fue creado para que los minusvalidos no fueran eliminados o desterrados de la sociedad. Hay que recordar que en lugares como Esparta se abandonaba o arrojaba a un barranco a los niños con discapacidades físicas o gran debilidad.

El mito de los herreros tuertos y cojos podría pertenecer a la misma clase de mitos que el que traté en detalle en El viejo Badan y su hijo Badaneqe, al examinar un mito de los nartos osetas en el que se explicaba por qué se dejó de practicar la costumbre de arrojar a los ancianos por un barranco. Se trata de mitos en los que, en vez de justificar prácticas crueles, se propone una manera más humana y civilizada de tratar a las personas más débiles. Del mismo modo que existen algunos mitos que parecen haber sido inventados para proteger a los viejos, hay otros que tal vez tienen su origen en el deseo de proteger a personas con discapacidades físicas. Uno de estos ejemplos podría ser el de los herreros divinos.

Confieso que la teoría de que tras estos mitos o mitemas (motivos míticos) se esconde un intento de proteger a quienes estaban condenados a ser arrojados por un precipicio o abandonados me parece muy hermosa, además de éticamente superior, por supuesto, a la que sostiene que les cortaban los tendones o les rompían las piernas para que no se escapasen. Pero mis gustos personales no sirven como demostración, por supuesto.

 

Una última hipótesis

Sin embargo, es posible que la verdadera explicación sea incluso más sencilla que la de Toynbee o la de Graves, además de que explica las coincidencias de este mitema en culturas diversas y alejadas con mucha más facilidad. No la he encontrado en ningún autor, a pesar que parece de sentido común, pero tampoco he leído todos los libros que se han escrito sobre mitología.

Mi hipótesis es que se representa e imagina a los herreros tuertos, cojos o mancos porque el trabajo de herrero está expuesto a muchos accidentes. Es fácil que salte una chispa en un ojo, o cortarse o golpearse una mano o un pie. Es sabido, además, que los herreros solían taparse un ojo para protegerse de las lascas o chispas (se tapaban el que estaba en la trayectoria del golpe), con lo que era frecuente ver a herreros que parecían tuertos aunque no lo fueran.

Tal vez la teoría de Graves y Méndez Filesi, o la de Eliade, sean las correctas, o tal vez lo sean todas, incluida la de Toynbee y la mía, porque el desarrollo y evolución de cualquier pueblo o cultura es demasiado complejo para reducirlo a una explicación única más o menos ingeniosa y simplista.

 

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[Publicado por primera vez el 4 de junio de 2009]


 


La verdadera historia de las Sociedades Secretas
La verdadera historia de las Sociedades Secretas, de Daniel Tubau

Daniel Tubau

La verdadera historia de las Sociedades Secretas

Editorial Daiyan

La SEGUNDA EDICIÓN de La verdadera historia de las Sociedades Secretas se publicó el 22 de mayo de 2020 por la editorial DAIYAN. Es una edición ampliada y revisada de la primera edición que se publicó en 2008 en la editorial Alba.

Ahora ya puedes encontrar La verdadera historia de las Sociedades Secretas.

2ª Edición en 2020. Revisada y ampliada.


 

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One Comment

  • Marcos

    Muy buen post.

    Hay otra hipótesis, en la línea que apuntas, y es la relación entre los herreros – las armas de guerra y las lesiones que producen durante la batalla. Al igual que Atenea tiene una lechuza porque es sabia o Afrodita nace del semen y el mar, o Zeus está armado con el rayo, bien podría ser que este dios se asociase con las mutilaciones que provocan sus armas…

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