Los creyentes de la tabula rasa

Chomsky caricaturizó a quienes negaban su gramática innata diciendo que creían que el cerebro es una tabula rasa, una tableta vacía en la que no hay nada escrito, una tablet sin software y sin sistema operativo, una caja sin nada dentro, una masa grisacea sin ningún contenido. El método de Chomsky para ridiculizar a sus rivales es lo que se conoce como crear un espantapájaros, un enemigo grotesco al que es fácil golpear.

Pero lo cierto es que son muy pocos los que han pensado alguna vez que el cerebro es una tabula rasa, a no ser los innatistas teológicos estrictos, es decir, aquellos que afirman que existen dos sustancias, alma y cuerpo o espíritu y materia, y que todas las funciones mentales superiores proceden de ese alma que penetra en el cuerpo  y que lo anima. Como es sabido, la palabra alma deriva de ánima, que significaría en su origen soplo, aire, espíritu vital,vida. Es una curiosa etimología que, como en una mala película de zombies, acaba por dar la vida (ánima) a los muertos, como todavía podemos descubrir en en expresiones como “el monte de las ánimas”, es decir, el monte de los muertos.

Sólo quienes creían o creen que existe un alma separada del cuerpo, estarían dispuestos a considerar que el cerebro sea literalmente una tabula rasa, un recipiente que espera a que el alma se derrame en él como el vino en una copa.

Solo este tipo de personas coinciden con ese espantapájaros ntelectual creado por Chomsky. Tan solo ellos pueden creer que el cerebro es una tabula rasa, una tableta en blanco. Los verdaderos rivales de Chomsky nunca han sido tan simplistas como para pensar algo así.

Continuará


Publicado en 2006 en Pasajero. Revisado en 2017.


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