Las teorías superadas

Stephen Jay Gould trata a menudo un asunto que me interesa mucho: la continua injusticia hacia los teóricos del pasado, a los que se elimina del debate intelectual sin tan siquiera conocer qué pensaban realmente. Se repiten las descalificaciones maliciosas, las burdas parodias de sus ideas, que nos los presentan como si se tratara de verdaderos estúpidos.

Especialmente llamativos son los casos de Goldschmidt y Cuvier, que menciona Gould (ver La estructura de la evolución, 511ss).

Muchas veces he lamentado la fácil descalificación y la manera tramposa en la que se exponen las ideas de los «derrotados» en el debate intelectual. Me alegro de que Gould no lo haga y que respete y exponga con justicia incluso las ideas que él mismo rechaza.

Gould llama «modelo de cartulina» a lo que en Elogio de la infidelidad  llamé  «crear un monstruo» y que otros llaman «crear un espantapájaros», es decir, crear un enemigo  ridículo e incapaz de responder a nuestros golpes dialécticos. Usé en cierta medida ese método en un capítulo del Elogio, pero advirtiendo al lector de mi truco. A decir verdad, no creé un monstruo o modelo de papel, sino que tan sólo elegí un defensor de la fidelidad que me permitía mostrar los extremos a los que puede llegar la defensa de la fidelidad. Me acusé, por lo tanto, en falso, pero lo hice para no dar una importancia desmesurada al ejemplo elegido (el samurai autor de Hagakure). Por otro lado, si encuentro a alguien que defienda con vigor y buenos argumentos la fidelidad, lo añadiré a mi ensayo o en la página de Internet dedicada al libro, porque a mí, como creo que a Gould (y sin duda también a Darwin), me gusta mucho más convencer que vencer. Y convencer a un enemigo poderoso mucho más que a un muñeco de cartón piedra.


NOTA. 29 de septiembre de 2004:

Samuel Johnson dice algo muy parecido a lo de Gould acerca del respeto a los antecesores. Puedes leerlo en Samuel Johnson: Prólogo a Shakespeare, pero también lo reproduzco aquí:

«Puedo afirmar con absoluta franqueza de todos mis predecesores lo que espero que se diga de mí en el futuro: que ninguno ha dejado de mejorar a Shakespeare y que no hay ninguno con cuya ayuda o información no esté en deuda… a todos los he tratado con la consideración que unos a otros no han tenido la prudencia de dispensarse”.

 


(La Palma, septiembre 2004)

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