Las comparaciones no son odiosas

khemimaat

En  «Un enlace casual en Google» conté cómo llegué de manera azarosa a una página dedicada a los dioses de Khemi. Cuando lo leí me vinieron a la memoria algunos mitos griegos semejantes a los que cuenta Jaime E. Cabria acerca de la eneada heliopolitana. No digo que los mitos griegos que se me ocurrieron procedan de Egipto, aunque es muy posible que en algunos casos fuera así, sino que tan sólo me limite a notar sus semejanzas.

Se me ocurrió entonces un método creativo, que consiste en hacer comparaciones automáticas, imitando los métodos del pensamiento automático de los dadaístas o los surrealistas (o los psicoanalistas). El método consiste en, al leer un texto, escribir sin pensar cualquier similitud que te venga a la mente.

El juego de estas comparaciones consiste en escribir de corrido, sin detenerte a pensar. Ello provoca grandes olvidos, de los que me doy cuenta ahora, pero ahí está la gracia, porque también eso causa o establece parentescos absurdos, que uno no aceptaría si se pusiese a pensárselo dos veces.

Por cierto, el nombre del juego (Las comparaciones no son odiosas) me sirve para decir que no creo en esa idea que sostiene que las comparaciones son odiosas: al contrario. Son interesantes, estimulantes y casi imprescindibles. Ahora bien, lo que sí sucede es que hay comparaciones que también son odiosas: casi siempre depende de la intención de quien compara.

COMPARACIÓN AUTOMÁTICA 001: Los dioses de Khemi

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Creatividad y teorías bastante extravagantes

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Algunos de mis inventos

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