Kenneth Rexroth, una biografía

De Kenneth Rexroth yo conocía su interés por las culturas china y japonesa y que era una especie de budista de California (que suelen ser los mejores budistas). También sabía que tenía mucha relación con el movimiento beatnik, aunque no tanta como sugieren quienes lo consideran su fundador o su inspirador inicial. Él niega que sus vínculos con los beatniks fueran muy fuertes. Es también uno de los traductores que Eliot Weinberger enumera cuando habla de la traducción de un poema chino de Wang Wei y que aparece, por tanto, en mi juego poético Wang Wei, un experimento poético chino.

Hace poco leí algunos artículos suyos que me gustaron y también una biografía digital que me lo ha hecho muy simpático. Cuento algunas cosas de él que me gustan, sin ánimo de ser exhaustivo.

Rexroth nació en 1905 en Indiana «en en el seno de una familia de antiesclavistas, socialistas, anarquistas, feministas y librepensadores».

«De formación casi por completo autodidacta (sólo fue al colegio durante cinco años), devoraba toda clase de libros, escribía poesía, pintaba cuadros abstractos, trabajaba en el teatro vanguardista y empezó a estudiar por su cuenta varios idiomas. Antes de haber cumplido los veinte años ya había recorrido el país en auto-stop, dedicándose a trabajar los veranos en el lejano oeste como mozo y cocinero para los cow-boys; también trabajó en granjas y en tareas forestales, y un día consiguió enrolarse en un barco para ir a París.»

En la biografía se cuentan muchas más cosas interesantes de Rexroth, que él mismo recuerda en Una novela autobiográfica.

De Rexroth me gusta que decía las cosas importantes sin darles importancia, como de pasada:«Rexroth lanzaba ideas perspicaces y originales como si fueran algo banal conocido por todos o atribuía a otros sus propios méritos».

Y añade el autor de la biografía:

«Meses o años más tarde, cuando me venían a la memoria algunas de sus observaciones, aparentemente intrascendentes, se me aparecía de repente su verdadero sentido, y apreciaba aún más el tacto y la discreción con que las había hecho».

También me gusta la manera en la que mezclaba las cosas:

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Dibujo de Hildegarda de Bingen

«Rexroth conectaba generalmente bastante bien con los movimientos contraculturales del momento en los que la mayor parte de nosotros estábamos envueltos, pero atemperaba nuestro ingenuo entusiasmo con una saludable dosis de humor y escepticismo y nos hacía tomar conciencia de perspectivas más amplias: comparaba a Bob Dylan con los cantautores franceses de la “nouvelle chanson” de los cuales nosotros no habíamos oído hablar nunca; defendía que, dentro de los artistas psicodélicos, el más grande era precisamente una mística medieval que había pintado sus propias visiones; respaldaba con fuerza las acciones más radicales contra la guerra, a la vez que nos ponía en guardia contra la manipulación de los burócratas de izquierdas.«

También me gusta de Rexroth que su inteligencia alerta le impedía caer en dogmas:

«En un momento dado de la narración afirma: “Lo único absoluto es la comunidad del amor que anula el tiempo”, pero en otro lugar dice algo distinto: “Lo absoluto como comunidad de amor (…), no estoy muy seguro de creer en ello, pero me parece que es una metáfora metafísica mucho más saludable que las demás.”

También me gusta su interés por los ensayos y cómo intentó recuperar el sentido original que les diera Montaigne:

«Una de sus colecciones se titula “Assays”, con la intención de recordarnos el sentido original de la palabra ensayo de Montaigne, como significado de: prueba, examen, experimento, esfuerzo por adherirse la realidad»

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Rexroth y su hijo

Precisamente, en el blog en el que publiqué por primera vez esta entrada llamado Il saggiatore tenía que ver con esa idea y, curiosamente, al principio pensé algo idéntico l Essays /Assays de Rexroth. Mi intención era añadir a Il Saggiatore el subtítulo: «Ensallos digitales» o «Ensaios digitales».

También me parece muy interesante que le gustaran tantas cosas diferentes:

«La variedad de sus lecturas es sencillamente asombrosa: obras de historia, libros de cocina, guías sobre la naturaleza, descripciones geológicas, estudios etnológicos, tratados teológicos, debates políticos, la Enciclopedia Británica entera… … La epopeya mesopotámica de Gilgamesh (“la primera obra que muestra la conciencia del ser”), La Historia de Herodoto, el Bhagavad-Gita, el Kalevala (“la epopeya más ecológica”), la poesía de Tu Fu, los ensayos de Montaigne (“el creador del yo empírico”), Don Quijote, La tempestad, las Memorias de Casanova (“el hombre natural viviendo al límite de sus posibilidades”) , Rojo y Negro de Stendhal (“la primera comedia negra”), Guerra y Paz y Huckleberry Finn, son simplemente algunos de esos otros “textos básicos de la historia de la imaginación” cuya relevancia destaca en sus cortos pero jugosos ensayos.»

Las coincidencias en esa enumeración con mis propios gustos son prácticamente exactas, aunque yo no he llegado a leer la Enciclopedia Británica entera (aunque sí lo intenté, como Borges). Pero lo que más me gusta de Rexroth es lo que hacía con todo ese conocimiento y lo que ese conocimiento hacía con él:

» Por no hablar de las reseñas de miles de libros que hizo en su etapa como colaborador de la radio independiente KPFA, actividad secundaria que realizó durante media hora semanal a lo largo de veinte años y sin ningún tipo de remuneración. Sin embargo, a pesar de haber leído tanto, no se muestra en absoluto pedante.»

Y creo que tiene bastante razón Rexroth cuando dice:

“El estilo no es simplemente una cuestión de estilo, sino un signo externo, la apariencia que presenta un estado espiritual interno”.

También me gustan, y con más razón en la época en que las escribió, críticas como esta:

«Estas cosas [literatura proletaria maoísta] son ridículas y parecen historias sacadas de una escuela dominical del siglo XIX en las que un muchacho romano ayudaba a su hermana a escapar de los leones, desafiaba a las legiones del emperador, hacía los recados de San Pablo y al final iba al cielo.»

El autor de la biografía de Rexroth, Ken Knabb, también desliza unas cuantas críticas a Rexroth, casi todas intrascendentes, porque las hace desde un punto de vista bastante mediocre: el de las ideas del situacionismo, que, en mi opinión, suelen expresar muchas simplezas y algunas agudezas como si fueran profecías de gran trascendencia.

Analizar la riqueza de Rexroth o de cualquier personalidad compleja desde esa estrechez de miras es una pena, pero la biografía respira fuerte cuando es la voz de Rexroth la que oímos, o al menos la de su oyente y amigo antes de pasar por el filtro situacionista. Es muy recomendable leerla.

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Biografía de Rexroth: “Erotismo, Misticismo y Revolución” de Ken Knabb

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EL RESTO ES LITERATURA

(Si quieres ver las páginas dedicadas a Shakespeare, Canetti, Borges y otros autores: Toda la literatura)

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