[email protected]

Sabios ignorantes y felices, de Daniel Tubau
Sabios ignorantes y felices, de Daniel Tubau

Galería

Los otros escépticos de la India
Los koans del escepticismo
Edipo y Stefan Zweig
Difícil de creer
Carnéades y tus dos amigos gemelos
Al principio fue el misterio
Una filosofía mundana creada por un dios
Los demonios escépticos de la India
El escepticismo perseguido y subterráneo

Segundo intento filosófico

santacoloma

…Un año después

Transcurrido un año desde la redacción de las lineas anteriores (que quedaron incompletas y que yo no soy quien para continuar), hallándome sin duda ahora en el peor momento de mi vida, al descubrir que la muerte no es sólo un fantasma que se pueda exorcizar diciendo que cuando estamos ella no está y cuando ella está nosotros no estamos, sino, antes al contrario, que es algo casi tangible, pesado y agobiante; hallándome, digo, en tal situación y viendo ante mí esta libreta en blanco, que a tan alto fin parecía destinada, lo único que puedo sentir es indiferencia.
Proponerse ser un segundo Descartes es lo mismo que querer ser reencarnación de Pico de la Mirandola (ambición que al parecer he compartido con Bioy Casares o, mejor dicho, con el joven que fue Bioy Casares); es pretender tener dos cuando no se ha tenido uno.
Bastante fatigosa es ya de por sí la tarea ineludible, pues nos viene impuesta, de ser, para desear, además, ser otro.
Una vez alcanzadas las conclusiones anteriores, ¿qué se puede hacer con esta libreta? Supongo que convertirla en un simple cuaderno de notas.
Una libreta usada, mancillada (pues para otro fin había sido destinada) no invita, sin embargo, a ser llenada de nuevas frases: siempre resulta más apetecible y menos comprometedor, estrenar otra libreta, para no verse en la obligación de tener que escribir pequeñeces en una libreta que a tanto aspiraba.
Pues pequeñeces son lo que yo deseo escribir, tal vez debido a que mi mente es incapaz de concebir ‘grandezas’. Quede, pues, esta libreta destinada a albergar todas mis ideas antaño diseminadas por libros, hojas, trozos de cartón, pequeños billetes y libretas; ideas que, piense lo que yo piense ahora, cuando fueron concebidas no me parecieron pequeñas, no las vi como molinos, sino como gigantes. Para ellas esta libreta.

*****

******

Otras entradas de Memorabilia

Primer intento filosófico

Introducción y declaración de intenciones Contando veintidós años el autor, comienza, como hiciera Descartes, a edificar su propio pensamiento filosófico, sin despreciar a los pensadores que le precedieron, pero sin dejarse encadenar por ellos; buscando la verdad allí donde se LEER MÁS

Sobre dogmatismo, bluejeans y Coca-Cola

"Tras aquella discusión que mantuvimos durante casi dos años acerca del fondo y la forma, parece que ahora [1985] nos vamos a embarcar en otra no menos larga en torno al nacionalismo en sus diferentes variantes. Ambas tienen en común LEER MÁS

Primera afición al teatro

Me dices que lo que ahora te interesa es mayormente la historia, especialmente las antiguas civilizaciones. A mí, aparte de la novela, me interesa especialmente el teatro, algo que nunca antes me había atraído (puedo contar con los dedos de una manos las obras LEER MÁS

1 Comentario
  • Acababa de morir mi amigo Jesús A…. Hoy, precisamente, antes siquiera de releer este texto y escribirlo en el ordenador, he estado pensando intensamente en Jesús. Una casualidad. Pensaba en su enfermedad y en la manera inesperada en que murió. Inesperada porque yo no pensaba que su vida estuviese en peligro. Mi macabro temperamento me ha llevado a comparar su caso con el mío.

  • Deja una respuesta

    Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

    Segundo intento filosófico