El espejo
“Os entrego este librito para que os miréis en él como en un espejo y no para que con él miréis a otros como a través de un monóculo”.
Lichtenberg
“Es un placer cuando, en un libro que examino al azar,
encuentro a un personaje que es como yo”.
(Tachibama Akemi, Placeres solitarios)
En mi revista Esklepsis tenía una sección que se llamaba El espejo, que era algo así como una antología de textos de otros autores. Buscaba esa coincidencia de la que habla Akemi.
El primer autor que incluí en El espejo fue Benjamin Constant, con un breve texto de su Adolphe.
Raymond Smullyan dice algo parecido a lo de Akemi, pero a su habitual manera paradójica o extremadamente lógica:
“A mí también me gusta encontrarme personajes como yo, y por ello cuando encuentro a personajes que adoran encontrarse a personajes como yo, encuentro a personajes como yo”.
En El espejo incluyo textos breves de otros autores. Textos con los que me identifico tanto que podría haberlos escrito yo (¡ya me habría gustado!). Es decir, que opino más o menos lo mismo que esos autores, al menos en lo que se refiere al asunto tratado.
En definitiva, se trata de celebrar la coincidencia, el encontrar a alguien piensa como tú.
Entre dos personas eso suele dar lugar a una gran amistad o al amor. Un amor que podemos sentir también hacia los autores de esas frases o reflexiones, incluso si están muertos, como el que yo siento hacia Montaigne, Darwin y muchos otros, no por su capacidad intelectiva, sino por la manera en que la usaron y por su manera de sentir y actuar (pero pensar también a menudo es actuar).
Si se trata de un autor famoso, ese placer de ver que otro piensa como tú va unido, no vamos a negarlo, a una cierta satisfacción presuntuosa y a un deseo de emulación. Y eso tampoco es malo. A menudo sirve también para que te sientas menos solo, porque es indudable que en último término siempre estamos solos.
Así, pues, mi intención es que este espejo de tinta, o de fotones que estallan en una pantalla, se vaya llenado de textos ajenos pero que me resultan muy cercanos.
ACLARACIÓN EN 2021
Hace muchos años, en mi revista Esklepsis abrí una sección llamada El espejo, en la que seleccionaba textos que en cierta manera eran un reflejo de mí mismo, como uno de Benjamin Constand: “El espíritu de contradicción”.
Tiempo después, no sé por qué, empecé a escribir algunos textos imitando a otros autores. Como he visto que alguno de esos textos circula por internet, atribuido a esos autores, he decidido revelar mi autoría y no cargar a mis pobres admirados escritores con mi propia mediocridad imitativa, como les sucede a decenas de pensadores y escritores (como a Borges con el poema Instantes o a Einstein con tantas citas falsas).
Así que iré publicando aquí mis torpes imitaciones. Avisado queda cualquier lector que caiga por aquí: se trata de imitaciones escritas como divertimento, no de textos originales.
EL ESPEJO
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