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Sabios ignorantes y felices, de Daniel Tubau
Sabios ignorantes y felices, de Daniel Tubau

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El determinismo biológico

Segunda aproximación kármika

Yo soy hijo de un padre y de una madre. Con mi madre comparto algunos rasgos físicos y algunas características fisiológicas. Con mi padre, otras. Mi ADN, el código genético que me define desde un punto de vista biológico, es una combinación del de mi padre y el de mi madre. En ese ADN están inscritos muchos de mis caracteres físicos, y tal vez también algunos que suelen considerarse mentales.

Si yo hubiese tenido otros padres, mis características físicas serían tan distintos que, en realidad, sería absurdo decir que ese otro yo con distintos padres fuese yo. Las personas que se lamentan por no haber tenido otro padre (por ejemplo, un padre más alto) no se dan cuenta de que no se puede tener otro padre biológico sin dejar de ser quien se es. Elegir otro padre u otra madre es  autoeliminarse del mundo y dar entrada a otra persona, que a lo mejor será más alta y más feliz, pero que no será la misma que se lamenta ahora de su suerte.

Y, sin embargo, volveremos a hablar de este asunto.

Regresemos a la herencia. Yo soy heredero del ADN combinado de mis padres, pero también del de mis abuelos, bisabuelos o tatarabuelos. Llevo en mi cuerpo los genes de seres que existieron hace millones de años. Desciendo de personas que vivieron en tiempos del imperio romano, en la época de los sumerios y en las épocas prehistóricas. Y si la teoría de la evolución ortodoxa es correcta, también soy heredero de un pez que abandonó el mar y se estableció en tierra firme.

¿Hasta dónde puedo retroceder en busca de mi herencia?

Bueno, hubo un tiempo en que no había animales, ni siquiera plantas, así que mi origen se encuentra en combinaciones entre elementos químicos, que tuvieron lugar hace millones de años, antes incluso de que existieran la Tierra y el sistema solar. Todas estas acciones, esas combinaciones, fusiones y mezclas que se han sucedido desde hace millones de años han permitido que ahora exista yo. Una pequeña variación en cualquier instante de la historia del universo habría significado mi no existencia.

Debido a todo lo anterior, estoy en deuda con todos mis ancestros: hombres, animales, vegetales, minerales y elementos químicos. No soy el único: también han contraído esa deuda, tal vez involuntariamente, todas las personas que ahora existen, incluido el paciente lector que ha aguantado hasta el final de esta segunda aproximación a la noción de acumulación kármica.


ACERCA DEL KARMA


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