Demócrito, precursor de la Biblioteca Total de Borges… y de Woody Allen
En La biblioteca total, un cuento que precede y anuncia el mucho más célebre La biblioteca de Babel, Borges enumera varios precursores de una biblioteca universal que contendría todo lo escrito:
“El capricho o imaginación o utopía de la Biblioteca Total incluye ciertos rasgos, que no es difícil confundir con virtudes. Maravilla, en primer lugar, el mucho tiempo que tardaron los hombres en pensar esa idea. Ciertos ejemplos que Aristóteles atribuye a Demócrito y a Leucipo la prefiguran con claridad, pero su tardío inventor es Gustav Theodor Fechner y su primer expositor es Kurd Lasswitz. (Entre Demócrito de Abdera y Fechner de Leipzig fluyen -cargadamente- casi venticuatro siglos de Europa.) Sus conexiones son ilustres y múltiples: está relacionada con el atomismo y con el análisis combinatorio, con la tipografía y con el azar.”
¿Por qué cita Borges en esta enumeración a Demócrito?
Es obvio que la primera e inmediata relación de Demócrito con esa Biblioteca Total es el atomismo, la filosofía creada por el filósofo de Abdera y su maestro Leucipo. Del mismo modo que mediante la combinación de un cierto tipo de átomos se crea todo lo existente, la Biblioteca Total acoge los libros cuya suma es la combinación de todas las letras del alfabeto. Esa es la conexión inmediata.
Pero existe otra razón incluso más directa que conecta la idea de Borges con el pensamiento del filósofo atomista, pues Demócrito estableció una analogía explícita entre los átomos y las letras, como puede verse en este pasaje de la Metafísica de Aristóteles:
“Leucipo y Demócrito dicen que las diferencias de los átomos son causa de las otras diferencias entre las cosas. Afirman que esas diferencias son tres: figura,orden y posición, pues dicen que el ser o el ente se diferencia únicamente por “estructura”, “contacto” y “dirección”. De estos, la estructura es la figura, el contacto es el orden y la dirección es la posición”.
Y para aclarar esta explicación, Aristóteles recurre a una brillante comparación, que yo sospecho encontró en los textos del propio Demócrito, entre las letras y los átomos:
“A” difiere de “N” por la figura. “AN” de “NA” por el orden. “N” de “Z” por la posición.”
Es decir, existen átomos diferentes en su forma o figura, como lo son la letra A y la letra N; existen átomos diferentes por su ordenación, y por eso es diferente AN de NA; finalmente, existen átomos diferentes por su posición espacial, como en el caso de N y Z, donde lo que tenemos que imaginar es que la N, al girar 90 grados, se convierte en una Z.
Seguramente se podrían encontrar ejemplos de estas tres combinaciones en el moderno mundo de los átomos o de las moléculas, puesto que podemos aplicar la teoría de Demócrito y Leucipo a átomos, moléculas, células o incluso partículas subatómicas.
Se me ocurre que la relación entre el azúcar y la sacarina podría compararse con AN y NA o incluso con N y Z, pues la molécula de sacarina, si recuerdo bien, es idéntica a la del azúcar pero como si se reflejara en un espejo.
En cuanto al par A o N (la diferencia en la forma), sin duda podemos compararlo con los elementos de la tabla periódica, que tienen todos ellos diferentes “figuras”.
También muchas combinaciones moleculares o incluso intramoleculares se podrían adaptar a enlaces en forma AN o NA, o en forma Z con N o Z con Z, por ejemplo.
Digo todo lo anterior de manera muy ligera, pero que revela, creo, el gran poder explicativo del reduccionismo (en el buen sentido) del atomismo de Demócrito, que mediante combinaciones de piezas semejantes es capaz de explicar la naturaleza de todo lo que vemos, desde una manzana a la catedral de Chartres.
Sin embargo, la analogía entre átomos y letras no quedaba aquí, sino que, como señalan los anotadores de los fragmentos de Demócrito:
“Parece que Demócrito empleó el lenguaje para explicar su teoría física. La letra es al átomo lo que la sílaba a un complejo de átomos y la palabra a un todo físico… Demócrito considera el carácter atómico del las letras del alfabeto como símbolo de la estructura del universo físico”.
(Los filósofos presocráticos, edición de Gredos)
Citán también la opinión de Sambursky, quien dice que para Demócrito las palabras son moléculas lingüísticas, compuestas de átomos que son las letras. Esas moléculas a su vez se combinan para formar la oración.
Pero existe otro fragmento de Demócrito, de nuevo también citado por Borges en “La Biblioteca Total”, en el que se dice que todos los libros están contenidos en potencia en las letras del alfabeto:
“Una tragedia y una comedia están compuestas por las mismas letras”.
La frase, que es citada de nuevo por Aristóteles, ahora en De la generación y la corrupción, es tan extraordinaria como otros fragmentos de Demócrito, como aquel juicio de la razón a los sentidos, y parece confirmar la excelente opinión que Aristóteles tenía de Demócrito, de quien decía que parecía haberse ocupado con rigor de todas las cosas. En el elogio a Demócrito coincidía Dionisio de Halicarnaso:
“Descuellan por su estilo entre los filósofos, según mi opinión, Demócrito, Platón y Aristóteles. Resulta difícil encontrar otros que hayan combinado mejor las palabras”.
¿Qué mejor elogio para el creador (junto a Leucipo) del atomismo y autor de la analogía entre letras y átomos que considerarlo uno de los mejores “combinadores de palabras”?
[Publicado en 2012. Revisado en 2017]
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