
Al principio fue el misterio, y después del misterio la credulidad.
O quizá fue antes la curiosidad.
Unos buscan el mecanismo oculto mientras que otros se lo inventan.
Unos dudan en público y otros dudan en secreto, mientras persiguen a los escépticos, pero los inmortalizan al destruirlos.
Los escépticos iluminan el mundo moderno, pero los dogmáticos lo sumergen todo en una claridad cegadora y aprovechan el escepticismo para atacar a sus rivales, y después construir sus dogmas. Descartes saquea el escepticismo pero difunde el dogmatismo. Kant repite el truco, olvidando que Bacon lo sacó de su sueño dogmático.
Pero los escépticos acaban siendo la corriente dominante gracias a la ciencia. Una ciencia que, lejos de la caricatura, sólo se permite afirmar porque antes y después duda.
Escepticismo (Sabios ignorantes y felices)
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