
Esto que Milton atribuye a Selden recuerda mucho a algunos de los mejores pasajes escritos siglos después por Stuart Mill en Sobre la libertad:
«Selden demuestra… que todos los pareceres, es más, todos los errores, conocidos, leídos y cotejados, son de capital servicio y valimiento para la ganancia de la verdad más cierta». (Areopagítica)
John Selden, considerado por Milton el más sabio de la época, es un personaje muy interesante, gran experto en leyes y en religión comparada, hizo esa defensa del error en un libro dedicado a la ley natural y el derecho de gentes entre los hebreos: De jure naturali et gentium juxta disciplinam Ebraeorum, en 1640.
También el propio Milton recurre a los Padres de la Iglesia para defender el error, a veces de manera irónica:
«¿Quién no hallará que Ireneo, Epifanio, Jerónimo y otros descubren más herejías de las que aciertan a refutar cumplidamente, eso sin contar que más de una vez resulta la herejía opinión más verdadera?» .
«Ni cabe olvidar que el agudo y despejado Arminio fue pervertido mediante el solo examen de un discurso innominado, escrito en Delft, que al principio examinó a fondo para refutarlo.»
Se podría también recordar la más reciente y muy elocuente defensa del error por parte de Karl Popper.
En contra de la imagen de los epicúreos difundida en la antigüedad, en especial por los estoicos, retratándolos como viciosos glotones, Epicuro disfrutaba de placeres…
En mi opinión, la simpatía de Tucídides hacia Esparta es evidente a lo largo de toda la obra. También resulta claro que aborrece la tiranía…
la idea que tenía cada uno de ellos de la felicidad no siempre coincidía y por eso se llama «Siete maneras de alcanzar la felicidad»,…
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