1.5 La felicidad es un fin perfecto

AristotelesAnimalsAristotle

Tras el examen de las diversas soluciones propuestas, Aristóteles retorna a la noción de bien y señala que el bien no es sino “aquello a causa de lo cual se hacen las demás cosas”[1]. Pero los bienes que hemos examinado no lo son por sí mismos, luego no son perfectos, pues “llamamos perfecto a lo que siempre se elige por sí mismo y nunca por otra cosa[2]”Resulta, entonces, que la riqueza y la virtud, el placer y los honores, no son bienes perfectos, pues no son deseados por sí mismos. La felicidad, por el contrario, sí parece ser un fin perfecto, “pues la elegimos por ella misma y nunca por otra cosa”, mientras que los demás bienes, aunque podamos desearlos por sí mismos, los buscamos también a causa de la felicidad, pues “pensamos que gracias a ellos seremos felices”[3].

Como se ve, la noción de bien perfecto no se resuelve en la simple oposición entre lo que es deseado por sí mismo y lo que es deseado por otra cosa, sino que requiere que se cumplan a la vez dos condiciones que no son equivalentes, aunque pueda parecerlo a primera vista:

(a) que ese bien sea deseado por sí mismo,

(b) que ese bien no sea deseado por otra cosa[4].

Con ello, Aristóteles admite la posibilidad de un bien que, a pesar de ser efectivamente deseado por sí mismo, sea también deseado por otra cosa. Creo que esta opinión es de una gran precisión, puesto que parece evidente que es posible desear las riquezas o los placeres por sí mismos, es decir, no como medios para alcanzar algo, sino como fines. Es decir, alguien puede desear la riqueza porque ella conlleva un vivir desahogado, y alguien puede preferirla por el mismo placer de ser rico, de manejar dinero. Ahora bien, en última instancia, opina Aristóteles, la suma de esos placeres que se desean por sí mismos es aceptada en tanto que parece proporcionar una vida feliz. Y no obstante, podría considerarse tal vez si fines como la riqueza, por ejemplo, no pueden ser también deseados por sí mismos en un sentido absoluto, aún a sabiendas de que pueden no llevar a la felicidad, y hasta impedir una vida feliz. Si esto se aceptase, todo el planteamiento ético de Aristóteles basado en que todos los hombres aspiran a la felicidad como bien supremo se desmoronaría. Y tal vez esta sea una posibilidad real, que Aristóteles parece intuir en algunos momentos, y que es causa de alguna falta de precisión en su discurso. Sobre ello volveré a hablar al final de este trabajo.


[1] 1097a,15-20.
[2] 1097a,30.
[3] 1097b,5.
[4] “Los honores, el placer, al inteligencia y toda virtud, los deseamos en verdad por sí mismos ( puesto que desearíamos estas cosas aunque ninguna ventaja resultara de ellas), pero también los deseamos a causa de la felicidad” (1097b,1-5).
 

ÉTICA DE DEMÓCRITO Y ARISTÓTELES

Ética de Aristóteles y de Democrito: una comparación

Ética de Aristóteles y de Democrito: una comparación

Se examina en este trabajo la ética de Aristóteles, tal como es expuesta en el primer capítulo de su Ética a Nicómaco. Y se compara con la ética de Demócrito.

1.1 Bienes y fines. La política y el bien supremo

1.1 Bienes y fines. La política y el bien supremo

Antes de proseguir, sin embargo, Aristóteles, se ve en la obligación de advertir que la política no es una ciencia exacta, por lo que no se debe esperar de ella proposiciones demostrativas. Con ello, la ética de Aristóteles choca frontalmente con proyectos como el de Spinoza, de exponer la ética more geométrico

1.2 El bien supremo es la felicidad

1.2 El bien supremo es la felicidad

Aristóteles, vimos antes, ha alcanzado la conclusión de que el fin de la política es la felicidad. En cuanto a qué sea esa felicidad o bien supremo, Aristóteles examina primero las tres soluciones que se corresponden con los tres modos de vida, sensitivo, político y contemplativo

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