Universales y distinciones
Resumo aquí algunos puntos de Los principios de la filosofía que comentaré más adelante:
“El número y los universales son sólo modos de pensar”
¿Y qué son los universales?
“Los universales son cinco: género, especie, diferencia, propio y accidente”.
¿Y qué es el número?
“El número procede de la distinción que se da entre las cosas; esta distinción es triple: real, modal y de razón”.
La distinción real “sólo se da propiamente entre dos o más sustancias: percibimos que son claras por el hecho de que podemos entender la una sin la otra”.
La distinción modal es doble:
“Entre el modo propiamente dicho y la sustancia de la cual es modo; otra entre dos modos de una misma sustancia (la figura y el movimiento se distinguen modalmente de la sustancia corpórea en que están, y la afirmación y el recuerdo de la mente” (punto 61).
La segunda distinción modal, nos dice Descartes, se conoce porque podemos conocer un modo sin el otro y viceversa, pero no podemos conocer ninguno de los dos sin la sustancia en que están.
2015: Hay que admitir que muchas de estas distinciones son interesantes e instructivas, pero también son un retroceso en el avance de la filosofía, una paradoja que siempre se da en Descartes: por un lado hace avanzar el pensamiento de su época, pero otro lado lo hace retroceder a los tiempos de la casuística medieval y de las distinciones inacabables basadas en último término en abstracciones o arbitrariedades, algo muy diferente al camino que en esos momentos comenzaba a recorrer la ciencia, a la que el propio Descartes, por otra parte, contribuyo, pero a la que aquí parece querer detener poniéndole palos en las ruedas. ¿A qué me refiero? A que todo este trabajo se va a sustentar al fin y al cabo en un concepto tan caprichoso e inaprensible como las “percepciones claras y distintas de las substancias”, algo que es todo lo contrario a una definición precisa y universalizable, porque cada cual considera que esta o aquella distinción es clara y distinta sin que exista otro criterio que el juicio subjetivo como piedra de toque para comprobarlas o ponerlas a prueba. En esta misma sección del libro, vemos cómo Descartes, tras todo ese ejercicio de sutileza basada en la observación y en la conceptualización, acaba desembocando en su queridas ideas claras y distintas, arrojando a la basura todo el trabajo empleado.
“La distinción de razón se da entre la substancia y alguno de sus atributos, sin el cual no puede ser entendida, o entre dos de los atributos de una misma sustancia. Y se conoce porque no podemos formarnos una idea clara y distinta de esa substancia, si excluimos de ella ese atributo, o bien porque no podemos percibir claramente uno de esos atributos si lo separamos del otro”. (Punto 62).
Antes dijo Descartes que el pensamiento y la extensión constituían la naturaleza de las dos substancias existentes, pero también pueden tomarse como modos de la sustancia, pues una mente puede tener muchos pensamientos y un cuerpo extenderse de distinta manera en longitud, anchura y profundidad.
2010: ahora mismo no soy capaz de saber si tengo razón en lo que señalo en el párrafo anterior, pues es fácil, perderse en estos conceptos cartesianos, como ya he dicho antes.
Modos del pensamiento: volición, intelección, la imaginación, el recuerdo, etc.
Modos de la extensión: las figuras, la situación de las partes y sus movimientos, etcétera.
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Descartes
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One Comment
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Un asunto que quizá tenga importancia es que Descartes, al definir modos, sustancias, accidentes, distinciones, atributos, etcétera, en función de cómo los percibimos, de manera clara y distinta, por ejemplo, parece caer en un antropomorfismo ontológico.
Es decir, la realidad depende de cómo se nos presenta, no de como es. Esto podría ser aceptable para muchas de las visiones actuales, pero el problema para la época de Descartes es que no se ve dónde está Dios, puesto que es evidente que Él todo lo ve clara y distintamente, por lo cual no rigen para Dios todas estas distinciones cartesianas, toda esta ontología antropocéntrica.