Un poco de evemerismo mesopotámico

Evémero, que nació tal vez en Sicilia y vivió entre -330 y -250, fue un pensador griego que avanzó la hipótesis según la cual detrás de los mitos se escondía la historia. Fue uno de los pensadores de ese período que dura varios siglos durante el que los griegos empezaron a dudar de todo y a cuestionar la superstición, buscando causas naturales y explicaciones razonables y razonadas a los mitos. Hoy que muchas personas educadas e inteligentes parecen querer precipitarse de nuevo en el pensamiento místico, mágico y antirracional, vale la pena recordar a quienes, en una época menos educada y con menos recursos, fueron capaces de ir un poco más allá del pensamiento simplista y crédulo.

Lo curioso es que la teoría de Evémero se expresó mediante una novela, más en concreto mediante una utopía, llamada Inscripción Sagrada (Ἱερὰ ἀναγραφή, Hierà anagraphé), que no se conserva, pero cuyo argumento sí se conoce. El narrador llegaba a unas misteriosas islas en el Océano Índico y allí describía con todo detalle una sociedad utópica. En un momento dado, descubría las tumbas de Urano, Cronos y el mismísimo Zeus. Entonces le explicaban que los dioses griegos habían sido reyes de aquella isla, es decir personajes históricos que con el tiempo se habían convertido en leyendas mitológicas. La idea no era tan original ni extravagante para su época como puede parecer a primera vista, no sólo porque había precedentes, como el historiador Heródoto y varios sofistas, o las ingeniosas explicaciones de Paléfato de muchos mitos, sino porque desde tiempos inmemoriales se había mostrado en Creta la tumba de Zeus, al que muchos consideraban un antiguo rey de aquel imperio marítimo.

Aplicaré ahora un evemerismo rápido a la Epopeya de Gilgamesh, suponiendo que tras el nombre de Gilgamesh se esconde o bien un rey que gobernó en Uruk, algo que la mayoría de los estudiosos admiten hoy y que el propio mito afirma, o bien una dinastía o un período histórico que tuvo lugar en la ciudad de Uruk. Ahora bien, aunque los historiadores y arqueólogos admitan que probablemente hubo un rey llamado Gilgamesh en Uruk, sin embargo, ello no hace que crean que ese rey se enfrentó a un gigante que habitaba en el bosque de los cedros, o que conoció al hombre que sobrevivió al Diluvio (Utanapishti), o cualquiera de las otras aventuras de tono fantástico que aparecen en el relato. Por su parte, los que crearon el mito si creían en esas historias fantásticas y no les preocupaba tanto la justificación racional e histórica de las acciones de su antiguo rey. Un investigador evemerista elige lo mejor de cada casa, de los creadores y trasmisores de mitos y de los arqueólogos e historiadores, e intenta descubrir el trasfondo histórico de ciertas leyendas.

A pesar de que Evémero fue claramente un sabio que se anticipó a muchas de las ideas modernas, el evemerismo no está bien visto entre los mitógrafos. Los mitógrafos, o muchos de ellos, consideran que las explicaciones evemeristas que descubren acontecimientos históricos en los mitos son simplistas, que los mitos pueden ser creados sin que haya detrás una razón histórica y que no son simples crónicas encubiertas. Seguramente tienen bastante razón, porque hay que admitir que la formación de un mito es muy compleja y puede surgir por muy diversas razones. Algunos, por ejemplo, opinan que los mitos proceden de los ritos: existía un ritual cuyo sentido no se entendía y entonces se creaba un mito para darle algún sentido. Otros consideran que sucede justo lo contrario y que primero se crean los mitos y solo luego los ritos a partir de ellos. Robert Graves asegura que hay ocasiones en las que un mito nace no sólo para explicar un rito, sino incluso para dar sentido a una imagen no entendida conservada en una vasija o en una escultura. Algunos piensan que los mitos son creados por los poetas, por los profetas, por los sacerdotes o por la tradición, a través de relatos que se crean más o menos espontáneamente y se van trasmitiendo. ¿Quién tiene razón?

Lo más probable es que, como sucede casi siempre que los expertos no consiguen ponerse de acuerdo, es que tengan razón todos. Los mitos pueden surgir por todos esos motivos enumerados y por muchos más, y además se podrían dar pruebas concluyentes que demuestran cada una de las posibilidades aplicada a mitos cuyo origen sí se conoce. Quizá me ocupe de buscar un ejemplo de cada caso un día de estos. Por ahora, me dedicaré a lo que he prometido, una rápida visión evemerista de la Epopeya de Gilgamesh.

Pues bien, comienzo con un resumen rápido de la Epopeya de Gilgamesh.

Gilgamesh entre dos toros que sostienen un símbolo solar

ARGUMENTO MÍTICO DE LA EPOPEYA DE GILGAMESH

 Gilgamesh es el rey de la ciudad de Uruk. Como se porta muy mal con su pueblo, los dioses crean a un hombre-bestia llamado Enkidu para que se enfrente con él y le baje los humos. Los dos se enfrentan en un combate en el que no está del todo claro quién vence. Después se hacen amigos y juntos deciden atacar al monstruo llamado Humbaba, que vive en el bosque de los cedros. Aunque el monstruo cuenta con la protección del poderoso dios Shamash, Gilgamesh y Enkidu logran vencerlo. Tras esta hazaña, regresan a Uruk, aunque parece que antes pasan por Nippur para mostrar la cabeza del monstruoso Humbaba. En Uruk la diosa Ishtar se enamora de Gilgamesh y quiere casarse con él, pero él la rechaza recordándole el desgraciado final que tuvieron todos sus amantes. Ishtar se queja ante el gran dios Anu, que se burla de ella, pero consiente en mandar años de hambre sobre Uruk y el castigo de un toro celeste que arrasa Uruk. Gilgamesh y Enkidu se enfrentan al toro divino y lo vencen. Poco después Enkidu tiene horribles sueños, enferma y muere. Durante los funerales de Enkidu Gilgamesh descubre la inevitabilidad de la muerte y, aterrado ante la idea de que le suceda lo mismo, busca la vida eterna. Emprende el camino para ver al sabio Utanapishti y recibe las indicaciones del Hombre Escorpión. Llega a unos jardines de joyas increíbles y finalmente al borde del mar encuentra a la tabernera Siduri, quien le aconseja que  busque al barquero UrShanabi y “Los de piedra”. Gilgamesh destruye a Los de piedra y atrapa a UrShanabi. Finalmente encuentra a Utanapishti, quien le cuenta que él procede de la ciudad de Shurupak y que el sobrevivió al diluvio. Después de contarle el diluvio, le explica cómo alcanzó la vida eterna, y le dice que si también él quiere lograrla debe antes permanecer despierto seis días y siete noches. Pero Gilgamesh cae dormido enseguida y duerme durante siete días, perdiendo la posibilidad de que los dioses le den la inmortalidad. Sin embargo, Utanapishti, convencido por su esposa, le revela un último secreto: puede recuperar la eterna juventud si consigue una planta. Gilgamesh encuentra la planta, pero en un descuido una serpiente se la roba y se ve obligado a regresar con las manos vacías a Uruk. Allí, construye una muralla enorme y se convierte en un rey sabio.

 

PRIMERA INTERPRETACIÓN EVEMERISTA (visión general del poema)

Si aplicamos un evemerismo histórico extremo podríamos plantearnos que Gilgamesh representa a una ciudad, en este caso parece claro que Uruk, de la que la propia leyenda dice que es rey. Enkidu, su enemigo salvaje, podría interpretarse como un alusión a un pueblo bárbaro, llegado recientemente a las inmediaciones de Uruk. El encuentro entre las dos culturas habría sido en un primer momento conflictivo, con algunas batallas o guerras. Al parecer, los primeros ataques fueron llevados a cabo por el pueblo bárbaro (las historias de Enkidu atacando a los cazadores y pastores) contra poblaciones fronterizas. En cuanto al episodio de la prostituta que se envía desde Uruk para suavizar las costumbres de Enkidu, podemos interpretarlo de muy diversas maneras: como un primer ataque de Uruk contra las tribus bárbaras o como la alianza con la tribu bárbara de uno de los tradicionales aliados de Uruk. O como la oferta de alianza de la propia ciudad de Uruk con esos bárbaros, quizá pagándoles un tributo a cambio de la paz. Ello no habría evitado que los bárbaros, tal vez al conocer la riqueza de Uruk decidiesen atacar la propia ciudad, como parece revelar el combate singular entre Enkidu y Gilgamesh en las propias calles de Uruk. Tras el combate, que se supone quedó en tablas, y una vez hermanadas o aliadas las dos culturas, parten contra un enemigo que se encuentra a una distancia bastante importante: en el relato se habla de más de dos mil kilómetros. Ese enemigo cuenta con la protección de otro imperio poderoso (como parece significar el hecho de que lo protegen ciertos dioses, en especial Shamash), pero Uruk y las tribus bárbaras aprovechan que el imperio anda ocupado en otros asuntos o que no espera ese ataque sorpresa contra su aliado (en el relato se insiste en que Gilgamesh y Enkidu llegan al bosque en unos días, haciendo un camino que llevaría normalmente varios meses) y vencen al reino de Humbaba en una batalla terrible.

La anterior sería una interpretación evemerista apresurada de las primeras aventuras de Gilgamesh y Enkidu. Aplicaré el método con más atención al detalle y analizando toda la epopeya. Insisto en que ni afirmo ni niego que se deba interpretar este mito o cualquier otro mito de esta manera, buscado el trasfondo histórico oculto, pero me parece, dentro de lo que yo llamo el método kepleriano de investigación, una excelente máquina inventiva que a veces, ¿quien sabe?, puede incluso acertar.

 

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Explico el método kepleriano en Hipótesis mitológicas

Religión, mitos y teología en Toda la mitología

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