Pyongyang, de Guy Delisle

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Pyongyang es un comic de Guy Delisle, un dibujante de animación canadiense que viajó a Pyonyang, la capital de Corea del Norte, que es, junto con China, uno de los últimos regímenes comunistas del mundo. Pero China es ahora una mezcla de capitalismo y comunismo, mientras que Corea del Norte se mantiene en la ortodoxia comunista más estricta.

Corea del Norte está [ [en 2005] gobernada por Kim Jong Il, hijo del fundador del régimen comunista Kim Il Sung, por lo que Corea del Norte es también tal vez la primera y única dinastía comunista hereditaria. Delisle cuenta con mucha gracia la extravagante historia de cómo Kim Jong Il ha conseguido fundirse con su padre, de tal manera que parece que uno y otro son casi la misma persona.

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¿Y por qué viaja un dibujante canadiense a Corea del Norte?

Porque allí también hay estudios de animación que las grandes empresas capitalistas utilizan por lo barato que resultan. Todavía más baratos que los de Corea del Sur, en la que, tras la caída de la dictadura derechista y la llegada de la democracia, los trabajadores empiezan a tener más derechos y a cobrar sueldos más altos.

En la capital de Corea del Norte, Pyongyang, hay unos estudios de animación en los que se ofrece fundamentalmente mano de obra prácticamente gratis (para los criterios occidentales), en condiciones que son una mezcla de la explotación en Inglaterra durante la revolución industrial y el mundo del Gran Hermano imaginado por George Orwell. Lo más inquietante es que los trabajadores del estudio de animación coreano son unos privilegiados en un país en el que los trabajadores no tienen ningún derecho y en el que las hipótesis más exageradas sobre la pobreza y el hambre existente quizá se queden cortas (Corea del Norte es el país que más ayuda humanitaria recibe del mundo).

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La declaración final de Kim Jong Il, que recuerda aquellas declaraciones de Mao Zedong acerca de que no era de gran importancia que murieran varias decenas de millones de chinos si a cambio se conseguía la bomba atómica, hace temer que en Corea del Norte haya sucedido o incluso que pueda suceder algo semejante a lo que pasó en Camboya: el exterminio de un tercio de la población por los jemeres rojos de Pol Pot.

Las similitudes de Corea del Sur con la pesadilla imaginada por George Orwell no se limitan a su carácter criminal ya mencionado, pues el régimen de Pyongyang es quizá el que más se parece en casi todas sus características conocidas a la distopía de Orwell (aunque, como es sabido, 1984 fue escrita pensando en la época de Stalin y 1984 es 1948 en la URSS).

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El monumento que aparece en la portada del libro de Delisle, que es una miniatura comparada con la estatua de Kim Il Sung, de 22 metros de altura, que también se puede ver en Piongyang

En Corea del Norte, como hizo Pol Pot en Camboya, la historia también empieza con el día de la revolución o con el nacimiento de su líder (en Corea están en el año 98), lo que es una herencia del lado oscuro de la Revolución Francesa, que instituyó un nuevo calendario y dio origen durante el Terror a muchas de las ideas milenaristas que han llenado el planeta de sangre durante el siglo XX. La idea, por supuesto, existía, por supuesto, ya antes, y casi todos los tiranos han querido reescribir la historia a partir de ellos mismos, como el primer emperador de China (el lado luminoso de la Revolución francesa son las ideas republicanas y los derechos humanos, claro).

Además del comunismo, en Corea del Norte se ha elaborado una teoría propia, a semejanza del «Pensamiento Mao Zedog de China y  el angkar del camboyano Pol Pot, que se llama la idea Juche.

Recuerdo haber leído hace más de 20 años el libro de Kim Il Jong en el que explica la idea Juche, que sólo recuerdo vagamente (debo tener notas en alguna libreta). El punto de partida de ese pensamiento era algo que recordaba a la frase extraordinaria de Protágoras «El hombre es la medida de todas las cosas» y que creo que se definía así mismo como «antropocentrismo», y que mezclaba argumentos de sentido comun, a veces certeros, a menudo triviales, con todo tipo de desvarios al estilo de Mao Zedong, que, como es obvio, es el verdadero inspirador de las formas de despotismo asiático comunista, y también de Sendero Luminoso en Perú, por ejemplo.

Es difícil saber qué es lo que ha sucedido en Corea del Norte, porque es un réginen hermético, pero cuando la dictadura caiga, y eso tal vez suceda antes de lo que se piensa (espero que no en medio de una masacre) nos enteraremos de cosas terribles, quizá peores de las que imaginamos ahora. Delisle ni siquiera intenta contárnoslas porque él se limita a contar su experiencia y a explicar algunas cosas que permitan entender al lector en que consiste el régimen coreano, como quien hace un reportaje periodístico. No es extraño, porque parte del mejor periodismo actual se hace en forma de comic. Pero, aunque quisiera, poco podría Delisle contar el horror oculto si ni siquiera le dejan cruzar la calle sin que le acompañe un guía. Sin embargo, la cotidianeidad de Pyongyang es de por sí estremecedora y resulta difícil  creer que exista una ciudad así en el mundo.

En ocasiones, Pyongyang, el comic, no la ciudad, es también muy divertido.

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[Publicado por primera vez el 21 de noviembre de 2005 en Il Saggiatore]

NOTA en 2012

Tras la muerte de Kim Jong Il, en Corea del Norte reina el tercer heredero de esta dinastía comunista, Kim Jong Un. Algunas señales procedentes del críptico régimen norcoreano, como la destitución de la máxima autoridad militar del país y la devolución del control económico y agrícola a manos civiles (hasta ahora dependían del ejército), así como detalles aparentemente menores, pero de gran importancia en un régimen basado en la más feroz represión y el conservadurismo más extremo, como la aparición de mujeres con minifalda en un acto en presencia del nuevo líder, hacen pensar que quizá Corea del Norte puede emprender el camino hacia la democracia (o al menos hacia una dictablanda o dictadura menos dura) y quien sabe si hacia a la unión con Corea del Sur. Eso convertiría a Corea en uno de los países más poderosos de Asia, comparable a Japón quizá, pero con uno de los mayores ejércitos del mundo, con bomba atómica incluida. Pero, antes, el sur tendría que asumir y remediar la pobreza extrema del norte, lo que podría debilitar su economía durante muchos años.

Sea como sea, el fin del detestable régimen siempre sería una buena noticia.

Por otra parte, unos años después de que escribiera este artículo se creó otro régimen comunista hereditario, en este caso pasando el poder a manos del hermano pequeño: Cuba. Resulta paradójico, sin duda, que la ideología llegada para acabar con regímenes hereditarios y dictatoriales se convirtiera en el mejor sostenedor de lo más parecido a las antiguas monarquías absolutistas y que todavía lo sea, no sólo en Corea del Norte o Cuba, sino también en China, donde una élite aristocrática (los miembros del Partido) se reparten y transmiten el poder.

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3 Comments

  • danieltubau

    KATHIA contestó el lunes, 29 de enero de 2007

    Ante todo gracias Daniel por tu respuesta a mi comentario anterior.
    A propósito de Pyongyang, el PIFF -Festival Internacional del Film de Pyongyang- (mismo acrónimo, por cierto, que el Festival de Pusan en Corea del Sur) que celebró su décima edición el pasado otoño, presentó dos películas norcoreanas «Pyongyang Nalpharam» de Phyo Kwang y Maeng Chilmin, de clara obediencia al regimen de Kim Jong y una pequeña «curiosité» (je cite «Les Cahiers du Cinéma» número 618-diciembre 2006) titulada «The Schoolgirl’s Diary» de Jan In-Hak, que encontró distribuidor en Francia (Pretty Pictures) junto con tres clásicos de esta hasta hoy desconocida filmografía asiática.

    • danieltubau

      DANIEL TUBAU respondió el jueves, 01 de febrero de 2007,

      Gracias por el comentario, Kathia. La verdad es que me gusta mucho el cine coreano, aunque por ahora sólo he vsito películas de Corea del Sur. Espero con ansiedad ver MOnster de Boon Joon Ho (el director de Memorias de un asesinato), que precisamente tiene que ver con la rocambolesca historia de cómo los norcoreanos secuestraron a un director de Corea del Sur y dos actores (tal vez eran todos de Japón), porque querían que hicieran un Godzilla coreano. Les obligaron a hacer la película, que al parecer es rarísima y no sé si al final les liberaron o se escaparon. Espero contarlo por aquí cuando se estrene Monster.

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