Ollantaytambo
Tras visitar Machu Pichu, viajamos en tren desde Puente Ruinas hasta Ollantaytambo. Llegamos de noche, nos alojamos en un hotel y a la mañana siguiente fuimos a ver las ruinas.
Yo tenía la cara quemada por el sol y me tuve que proteger a conciencia. Mi aspecto, sin duda, era terriblemente ridículo, pero tenía que evitar que me tocase un solo rayo de sol.
Llevaba la camiseta en torno a la cabeza, sujeta por una gorra con visera y por las gafas de sol de Karina. Gracias a este atuendo y a que el sol se ocultó a ratos, conseguí que no se me cayese, literalmente, la piel a tiras, pues el rostro ya me ardía horriblemente. Me sentía muy ridículo, pero no había otra solución.
Ollantaytambo pertenece a la provincia de Urubamba. El nombre del lugar indica que era una ciudad-alojamiento (“tambo” o “tampu”). Al parecer, había muchos tambos en el período incaico, siempre estratégicamente situados en los caminos que convergían o nacían en la capital, Cuzco.
Al principio, el lugar se llamaba sencillamente Tambo (aunque probablemente tenía un nombre añadido en época inca) hasta que, en los últimos decenios del siglo XVIII, se puso en escena un drama con argumento inca, cuyo protagonista era un tal Ollanta u Ollantay. Como el lugar en el que se desarrollaba la historia era este tambo, al hacerse popular la obra, el lugar comenzó a ser llamado el tambo de Ollanta: Ollantaytambo.
El drama fue escrito en quechua por Valdés en el siglo XVIII, tal vez basándose en tradiciones anteriores. Ollantay era un general del rey inca Pachacutec que se enamora de la hija de su señor. Al no poder tenerla, pues no es noble, se rebela y ataca a su soberano desde Ollantaytambo. No cuento más.
Se dice que el desenlace no se corresponde con lo que sucedió en realidad. Y una curiosidad: la gran diva peruana Yma Sumac tomó su nombre de esta historia de Ollantay.
En las ruinas nos llamó la atención un lugar lleno de piedras a medio labrar, de agujeros en la roca y de escalerillas breves en el monte, que a mí me pareció una cantera.
Víctor Anglés dice que el estilo de Ollantaytambo era inca imperial y plantea interesantes preguntas, que comentaré en otro lugar.
Frente a las ruinas hay un cerro llamado Pyncuilluna, en el que se ven unas construcciones que algunos o la tradición consideran cárceles. En ese cerro se supone que se puede ver el rostro del dios Tunupa, su ojo, su boca, su barba (que es una zona de vegetación) y su gorro, que serían esas cárceles o graneros. Lo del rostro de Tunupa me dijo Karina que lo habían descubierto unos jóvenes investigadores no hace mucho. Tunupa, según tengo entendido, no es otro que el célebre dios Viracocha.
También se ven otras figuras en Ollantaytambo y en otras ruinas del Cuzco, de las que hablaré en otro momento.
Hay muchas cosas que contar de Ollantaytambo: su magnífico templo del sol, con piedras colosales perfectamente ensambladas, el templo de las diez hornacinas, la muralla curvada… El pueblo que está al pie de las ruinas también es muy hermoso y está lleno de restos hermosísimos de ruinas incas.
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[Escrito en 1997]
One Comment
Angelina Girón
Precioso lo que cuentas de Perú. Yo me quedé con mucha pena de no llegar hasta allí, pero es que me quedé tan anonadada con las ruinas del Machupichu, que me quedé dos noches en el hotel delante de las puertas de las ruinas, para poder entrar sola y la primera, sin nadie, sin ningun turista…y ver amanecer. Las sensaciones mágicas y todas las vivencias que experimenté no las podré olvidar jamás.