La pesadilla del doble
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«El espejo y la cópula son instrumentos horribles porque multiplican el número de los hombres».
(un teólogo recordado por Borges)
En la novela china El sueño del pabellón rojo un joven llamado Baoyu sueña que está en un jardín encantador. Se da cuenta entonces de que hay allí tres muchachas a las que no conoce Ellas también lo ven y se acercan entre risas, felices de encontrarlo allí. Baoyu se siente en la gloria en tan buena compañía, pero cuando habla, las muchachas retroceden y una de ellas exclama «¡Pero si no es Baoyu!». Enseguida, otra de las muchachas le desprecia:
«¿Cómo tú, maloliente advenedizo llegado de quién sabe dónde, te atreves a utilizar su nombre? ¡Mejor será que te andes con cuidado o te apalearemos hasta convertirte en pulpa, sucio patán!».
El joven se queda muy sorprendido y abatido ante la inesperada reacción:
«¿Por qué me habrán insultado de esta manera? Nunca me habían tratado tan mal. ¿Será verdad que hay otro Baoyu?».
Intrigado, decide seguir a las muchachas y llega a un lugar que también conoce muy bien: «¡Pero si es otro patio Rojo y Alegre!». Baoyu sube unas escaleras y llega a un lugar en el que descubre a un joven recostado en un diván, rodeado por las muchachas. El joven, que acaba de despertarse, cuenta a las muchachas un sueño inquietante:
«Hace un instante soñé que estaba en un gran jardín de la capital donde encontraba a unas muchachas idénticas a vosotras… las seguí y encontré unos aposentos en los que había otro Baoyu dormido, pero sólo vi su forma vacía; su verdadero ser había partido, quién sabe dónde».
Al oír este relato, el primer Baoyu se presenta:
«__He venido buscando a Baoyu. ¡Así que eres tú!
__Entonces, tú eres Baoyu -dice el otro-. O sea, que esto no es un sueño.
__Claro que no. Es absolutamente real».
Los dos jóvenes se abrazan, pero entonces alguien anuncia que viene el señor Zheng, el padre de Baoyu:
«En los dos se desató un enorme pánico. Uno echó a andar mientras el otro lo llamaba: «¡Vuelve, Baoyu! ¡Vuelve!».
Es entonces cuando nuestro primer Baoyu se despierta y se da cuenta de que una muchacha lo zarandea y le dice que ha tenido una pesadilla. Baoyu se lamenta porque el otro Baoyu se ha ido y señala una puerta. La muchacha le dice que eso no es una puerta, sino un espejo, y que el otro Baoyu es solo su reflejo. La muchacha explica lo que ha sucedido:
«Con razón la Anciana Dama siempre nos dice que no debe haber demasiados espejos en los cuartos de los niños. El espíritu de una persona joven es débil, y si se mira demasiado en el espejo puede asustarse en sueños y tener pesadillas. A pesar de la advertencia, nosotras hemos puesto su diván frente a este inmenso espejo. No pasaba nada cuando lo cubríamos con la cortina, pero ahora, con el calor, la somnolencia nos hace olvidar bajarla. Hoy, por ejemplo, lo hemos vuelto a olvidar. Seguramente ha estado contemplando su propio reflejo, y apenas cerró los ojos empezó a tener sueños tontos. De otro modo no hubiera pronunciado su propio nombre a gritos».
La pesadilla de Baoyu, en la que se encuentra frente a frente con alguien idéntico a él, se repite en casi todas las culturas. Los alemanes la llaman doppëlganger, el doble.
En la película de Joseph Losey El otro señor Klein, el protagonista regresa a su casa y es recibido por otro señor Klein, idéntico en todo a él, que ha ocupado su lugar y que poco a poco le desaloja, no solo de la casa sino de su propia vida, robándole la identidad.
Sucede algo semejante en el cuento de Edgar Alan Poe William Wilson y en su adaptación al cine en El estudiante de Praga, donde se cuenta la historia de un hombre que a lo largo de su vida se encuentra en diversos momentos a otro señor Wilson, hasta que, en el encuentro final, muere a manos de ese doble usurpador.
Todas estas historias nos proponen la inquietante posibilidad de que alguien se apodere de lo que más amamos, de nuestra identidad. Que en algún lugar, quizá más cerca de lo que quisiéramos, exista alguien que es como nosotros, un duplicado perfecto, un doble, un sosia, un impostor que pretende lo imposible. En definitiva, que, en vez de ser uno, seamos dos.
En las versiones chinas, como la de El sueño del Pabellón Rojo, se combinan varios de los elementos que encontramos en otros relatos y tradiciones, pues el doppëlganger o doble no solo aparece en sueños, sino que suele tener relación con un reflejo, que aparece en un espejo o en el agua de lago, y con un usurpador que ocupa nuestro lugar.
Pues bien, lo que para Baoyu y para tantos otros siempre fue una pesadilla, en los últimos años se ha convertido en un sueño de dicha para muchas personas que buscan ansiosas duplicados de sí mismas. No es necesario, sin embargo, que ese doble o sosia sea una réplica perfecta, incluso puede suceder que su apariencia no sea la nuestra, porque lo que importa es que coincida con nosotros en algunos rasgos esenciales. En definitiva, basta con que comparta nuestra identidad. ¿Toda nuestra identidad? Tal vez no, tan solo lo que consideramos más esencial, aquello que da sentido a nuestra vida social.
Continuará…
[11 de julio de 2020]
[La ilustración inicial es: Two Scenes from the Novel ‘Dream in the Red Chamber, en China, City of Yanlyutsin, Late 19th – early 20th century. Parece la escena en la que Baoyu descubre a su doble que acaba de despertarse, pero no lo sé con seguridad. Vemos en la imagen a tres Baoyu, el que está entre el sueño y la vigilia en la cama, el que camina por el jardín y el que se refleja en el espejo.]
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