Genji conoce a una mujer de baja condición en una de sus primeras aventuras. Al despertarse en la casa de ella, escucha los primeros ruidos de la mañana, que le parecen tan sólo una «mezcolanza», pues es incapaz de saber a qué corresponde cada uno. También escucha las conversaciones de la gente que se levanta temprano:
El alba debía de estar cerca, porque oía las rudas voces de los hombres de las casas vecinas saludándose al despertar. -¡Cielos, qué frío hace!
-No hay mucha esperanza de hacer negocio este año… ¡No iré al campo! ¡Qué vida esta!
Frases hechas, lugares comunes, que, se supone, debían evitarse a toda costa en la sofisticada corte de Heian.
Me recuerda aquel poema de Matsuo Basho que dice:
Admirable es aquel que cuando
relampaguea, no dice:
«La vida pasa como un rayo»
En la ilustración: el poeta matsuo Basho.
Responder a neuer Cancelar la respuesta