El efecto Shakespeare DEFENSA DE SHAKESPEARE Y ATAQUE /1
Se dice que Shakespeare es el autor acerca del que más se ha escrito y probablemente es cierto. Aunque he leído muchos libros dedicados a él, cada vez que veo uno nuevo, siento deseos de leerlo. No creo que me canse nunca.
Por lo general, fatiga dar vueltas y vueltas a un mismo asunto, pero Shakespeare siempre es nuevo, o al menos siempre es interesante. Además, es un autor que hace interesantes a quienes hablan de él. Shakespeare podría servir como ejemplo contrario al principio de incertidumbre de Heisenberg que asegura que el observador modifica lo observado, pues en su caso es lo observado (sus obras) lo que modifica al observador (el lector).
Este misterio del interés continuo inquieta a los expertos en Shakespeare, que buscan qué es lo que distingue a Shakespeare de sus contemporáneos, de Christopher Marlowe, Thomas Kyd, Ben Jonson, Thomas Midleton o John Ford y qué es lo que hace que los críticos siempre tengan algo interesante que decir cuando hablan de Shakespeare.
Ahora bien, no se debe suponer que basta con entregarse a Shakespeare sin más: lo cierto es que el efecto Shakespeare aumenta en proporción directa a lo que aporta cada lector: nos mejora si nosotros somos mejores. Cada vez que vuelvo a leer un libro de Shakespeare, o veo una película, o veo representada una de sus obras en el teatro, descubro detalles que no vi antes. Algunos no los vi por descuido, pero otros se me escaparon porque para percibirlos necesitaba saber cosas que todavía no sabía. Necesitaba ser más listo, más culto, haber experimentado más decepciones y alegrías.
Continuará…
Defensa de Shakespeare y ataque
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Ver también: Escribir sobre Shakespeare
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WILLIAM SHAKESPEARE
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