
En la presentación de Siete maneras de ser feliz según los griegos en la librería +Bernat de Barcelona recordé la atracción casi morbosa que parecen sentir los estoicos hacia el dolor. Algo que tal vez copiaron o heredaron los primeros cristianos con su exagerada afición al martirio y su justificación del sufrimiento.
ELENA PITA: Bueno, pues vamos a pasar de los estoicos, porque son un coñazo, y creen que solamente cuando eres imperturbable e indiferente eres feliz, y yo creo que eso solo lo conseguían los que tú mencionas en el libro, los gimnosofistas.
DANIEL TUBAU: Sí, hay ciertas dudas de que realmente los estoicos aguantasen tanto como presumían, porque Cicerón dice: «Los estoicos que conocemos no aguantan lo que dicen que aguantan». Él, que los conocía y los tenía alrededor, parece que era testigo de que había mucho de fantasmada en eso, de: «Aguanto cualquier cosa que me caiga encima». Voy a contar una anécdota de los estoicos, de Epicteto.
Epicteto era esclavo y tenía un amo que se llamaba Epafrodito, que lo torturaba poniéndole una máquina de tortura en la pierna. Lo hacía para fastidiarle, para divertirse, no era por castigarlo porque había hecho algo mal… Y entonces Epicteto siempre decía: «Me vas a romper la pierna», y pasaba el tiempo y Epafrodito le volvía a aplicar la máquina: «Me vas a romper la pierna». Y un día se la rompió y Epicteto dijo: «Te dije que me ibas a romper la pierna: ahora tienes un esclavo cojo», así, tan pancho, pues no le afectó.
Pero resulta que esta actitud de Epicteto parece que sucedió porque había visitado a su maestro estoico, que era Musonio Rufo, y le había dicho: «Oye, Musonio, tú que eres una persona importante aquí en Roma, ¿por qué no vas a hablar con Epafrodito y le dices que no me machaque tanto? ¿Por qué no haces algo por mí?»
Y Musonio le dijo: «¿Por qué voy a hablar con Epafrodito, si puedo conseguir de ti lo que tú me pides de él… Con que no sufras, ya está».
Hoy en día, que alguien haga eso, que no se tome la molestia de ir a ver a Epafrodito y decirle: «Por favor, deja de machacar al pobre muchacho», nos parece que es un poco exagerado, ese aguantar por aguantar.
ELENA: Lo que pasa es que lo que está ahora un poco de moda, que tú también lo dices, es que ellos decían que había que seguir los ciclos de la naturaleza y ser imperturbable e indiferente. O sea, un poco sería la filosofía del budismo barato.
DANIEL: Bueno, ellos piensan que hay una razón cósmica: el universo es perfecto y tienes que aceptar todo tal como es. No es un dios, es un destino absoluto. Hay una razón universal, que no se entiende muy bien, que hace que todo sea perfecto. Hoy en día solo hablamos de la ética estoica y nos hemos olvidado de la metafísica, de la lógica, que fueron potentísimas (pero en tiempos de los estoicos griegos). Y entonces, claro, todo es perfecto. Pero contaba este cómico inglés, el de The Office, no me acuerdo el nombre , decía: «¿Qué universo perfecto es este en el que nacen niños con cáncer? ¿En qué inteligencia cósmica esto cabe? Es realmente difícil de justificar. Pero los estoicos decían: «Bueno, alguna razón habrá».
Algunos comentarios
Gimnosofistas
Los gimnosofistas o sabios desnudos, son unos filósofos que Alejandro Magno encontró al llegar a la India. Eran célebres por su resistencia ante cualquier dolor, como Calano, que se quemó vivo sin quejarse ni un instante. Hablo de ellos en la investigación Los escépticos de la India, y en especial en Los misteriosos gimnosofistas.
Cicerón y los estoicos
En las Meditaciones tusculanas y en otros pasajes de sus obras y sus cartas, Cicerón pone en duda que los estoicos soporten el dolor tanto como presumen. Dice por ejemplo:
Los estoicos recurren a pequeños silogismos para demostrar
que el dolor no es un mal, como si la dificultad fuera meramente verbal…, pero luego admiten que el dolor «es áspero, contrario a la naturaleza, apenas soportable y tolerable».
Anécdota de la máquina de tortura
La anécdota se cuenta en las Disertaciones o Diatribas de Epicteto, recopiladas por su discípulo Flavio Arriano. Lo cuento en Manual estoico de vida:
Pensemos en el propio caso de Epicteto, cuando él mismo cuenta que en una ocasión pidió a su maestro Musonio Rufo que intercediera ante su amo Epafrodito para que no lo maltratara más, por ejemplo, con aquella máquina con la que le rompió la pierna: «¿Se lo voy a pedir a él si de ti puedo recibir lo mismo? Porque, en realidad, es de inútiles y vanos aceptar de otro lo que uno tiene por sí mismo».
Ante una respuesta como esta, por más que admiremos la entereza estoica, es difícil no pensar que la actitud de Musonio Rufo, pudiendo aliviar el dolor físico de su alumno, es tan cruel como la del propio Epafrodito. Tampoco se entiende la desproporción entre placeres y sufrimientos: se rehúyen los placeres de manera activa, pero no se hace lo mismo con el dolor.
Budismo barato
Eso que Elena Pita llama budismo barato es muy semejante, en efecto, al no menos barato estoicismo que nos invade. Aunque para mí, como sabe Elena, incluso el budismo mahayana (gran camino) o vajrayana (camino de diamante o budismo tibetano) ya es una simplificación mística de lo que considero el budismo original, que ni siquiera es el hinayana (pequeño camino) en pleno, sino algunas versiones en particular. Puestos a elegir, prefiero un budismo quizá tampoco muy fiel al original, como el de los poetaschinos de las dinastías Tang y Song.
Ricky Gervais y los bebés con cáncer
Sin duda Ricky Gervais habrá dicho algo parecido, pero en realidad yo estaba pensando en Stephen Fry y la famosa entrevista en la que le preguntaron que le diría a Dios si se encontrase con él en las puertas del cielo:
«Le diría: ¿cancer de huesos en niños?¿Cómo explicas eso? ¿Cómo te atreves? ¿Por qué debería respetar a un Dios caprichoso, mezquino y estúpido que crea un mundo tan lleno de injusticia y dolor? Eso es lo que diría.
Puedes ver la entrevista aquí: El sentido de la vida.

La filosofía antigua como guía para despertar tu buen demonio y vivir en plenitud.
Hoy, perseguir la felicidad se ha convertido en una auténtica obsesión. Tan usada está la palabra que muchos la consideran vacía. Frente a la avalancha de libros que ofrecen fórmulas rápidas para sentirse bien, otros reivindican la virtud, la justicia o los principios morales. Sin embargo, los filósofos griegos y romanos ―aunque en desacuerdo en casi todo― coincidían en algo esencial: el propósito de la vida es despertar y aprender a guiar al daimon interior, ese impulso profundo hacia su plenitud. Este libro recorre siete caminos propuestos por las grandes escuelas de la Antigüedad: el platonismo y su sabiduría trascendental, el epicureísmo con sus placeres serenos, el aristotelismo y su ideal de equilibrio, el estoicismo como vía de transformación, el hedonismo que celebra el gozo, el escepticismo que cultiva la duda y el materialismo de Demócrito, centrado en el buen ánimo. Una invitación a pensar con los clásicos y redescubrir el arte de una vida lograda. COMPRAR
Deja una respuesta