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Borregos
A lo largo de la historia de la humanidad, le deja a uno pasmado la facilidad con que millones de personas han seguido sin dudar las normas de los lugares comunes y la hipocresía dominante y se han olvidado de pensar más allá de lo admitido en su propio círculo. Lo que más asombra es que en en las larguísimas listas de reyes, caudillos y soberanos que han existido, casi ninguno de ellos se haya decidido a escribir unas memorias en las que se sincere y cuente, con un pie ya en la tumba y lejos de sufrir cualquier represalia, toda la gran mentira de la que ha sido partícipe.…
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El imaginario revolucionario
«El Parlamento de Inglaterra, asistido por gran número de gentes que a él se manifestaron y a él se adhirieron, fidelísimos en la defensa de la religión y de sus libertades civiles, juzgando por larga experiencia ser la realeza gobierno innecesario, agobiador y peligroso, la abolió justa y magnánimamente, convirtiendo la regia sumisión en república libre, con maravilla y terror de nuestros vecinos émulos». Al leer textos como el anterior, escrito por John Milton en su Areopagítica, podemos constatar de qué curiosa manera el futuro determina el pasado. Solemos situar el comienzo de los gobiernos republicanos y de las ideas de igualdad, libertad y del fin de la monarquía absolutista…
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Defensa del error por Milton y Selden
Esto que Milton atribuye a Selden recuerda mucho a algunos de los mejores pasajes escritos siglos después por Stuart Mill en Sobre la libertad: «Selden demuestra… que todos los pareceres, es más, todos los errores, conocidos, leídos y cotejados, son de capital servicio y valimiento para la ganancia de la verdad más cierta». (Areopagítica) John Selden, considerado por Milton el más sabio de la época, es un personaje muy interesante, gran experto en leyes y en religión comparada, hizo esa defensa del error en un libro dedicado a la ley natural y el derecho de gentes entre los hebreos: De jure naturali et gentium juxta disciplinam Ebraeorum, en 1640. También el propio Milton…
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Crítica a lo Johnson
El libro tiene partes buenas y regulares. El problema es que las buenas son regulares y las regulares son infames.
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Duplicados
Para los demás, el que estemos duplicados no tiene importancia; para nosotros, sí.