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Sabios ignorantes y felices, de Daniel Tubau
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El ruido es el mensaje

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La máquina Enigma

Desde hace bastante tiempo me interesa un aspecto del ruido, que no sé si ha sido tratado por los teóricos de la comunicación, porque todavía no he podido leer todos sus libros (deben ser unos diez mil). Ese aspecto es el siguiente: hay ocasiones en las que el ruido se convierte en el mensaje, e incluso llega a suceder que el mensaje no es otra cosa que ruido.

En mi ensayo acerca del mundo digital (Por qué el mundo digital no es digital) hablé de este asunto, recordando que un barco cercano no ayudó al Titanic porque pensó que las bengalas no eran un mensaje, sino ruido: signos de una fiesta en la cubierta del lujoso trasatlántico.

Pero puede suceder lo contrario, como en la paradoja de los indios que ya he empleado varias veces, y que aquí reproduzco de nuevo, ahora en formato de comic o chiste:

Mensajes de humo
Mensajes de humo

Para estos emisores, el mensaje qeu quieren que reciban los siux es algo así como: «Venid para luchar contra los caras pálidas». El ruido, en este caso, son las imperfecciones inevitables en las volutas de humo. Sin embargo, en esta situación, el canal mismo, el humo, se convierte en mensaje, auqnue de manera no deseada por los emisores: un soldado del Séptimo de Caballaería que vea el humo puede decucir la presencia cercana de los indios y la intención que tienen de comunicarse a distancia. Para el general Custer ese será el verdadero mensaje, aunque sea incapaz de entender el código que los siux usan en las volutas de humo. Eso significa que los indios están trasmitiendo dos mensajes a la vez, uno  a propósito y otro sin quererlo. Uno como un mensaje a través del canal de humo, otro como el humo mismo, el canal.

Otro ejemplo era el que contaba Malcom Gladwell del puño de morse que, esta vez sí, era literalmente ruido. Los alemanes trasmitían mensajes en morse durante la guerra, pero a los ingleses, al menos hasta que descifraron el impenetrable código enigma, no les interesaban los mensajes en sí mismos, sino el ruido, es decir, la diferente manera de trasmitir un mensaje según quien fuese el operador que golpeaba la tablilla del morse. El servicio secreto británico se había dado cuenta de que cada operador alemán tenía su propio estilo, y que eso podía revelar, junto a la localización del lugar de trasmisión (que sí resultaba sencilla), si las tropas a las que pertenecía ese operador, por ejemplo el Quinto Ejército, se habían desplazado a ese lugar.

En consecuencia, el ruido no siempre es sólo ruido (probablemente no lo es nunca), sino que en ocasiones es el verdadero mensaje.

Todo esto plantea una cuestión muy interesante, porque, sea lo que sea lo que se trasmita, no sólo es la intención del emisor la que define el mensaje, sino también intención del receptor, que puede prescindir del supuesto mensaje y convertir el ruido o incluso el canal en el verdadero mensaje. Un ejemplo es la arqueología moderna, que a veces obtiene más información al examinar los materiales de que esta hecha una vasija que de unas letras grabadas en ellas. Por ejemplo, si en una vasija con letras griegas se encuentra un mineral que sólo existe en Gran Bretaña, entonces ahí tenemos importantísima información acerca del comercio entre griegos y británicos en tiempos remotos. Es lo que se llama la arqueología de la basura, aunque a veces un basurero, como el egipcio de Oxyrrinco, resulta ser uan biblioteca.

Matteo Rampin cuenta curiosos ejemplos de cómo se puede engañar a alguien, como hacen los ilusionistas o los espías, dejándole ver todo, pero distrayéndole con un mensaje aparente que, en realidad, no es más que ruido que sirve para esconder el verdadero mensaje.

Todo ello, sin duda, se podría relacionar con ideas budistas y estoicas, o con la terapia de Erikson y la filosofía constructivista de Watzlawick: no existen las cosas en sí mismas, sino el significado que les atribuimos, lo que para unos es ruido, para otros es mensaje, y a  la inversa.

¿Continuará?


Una variación del chiste anterior.


Escrito en abril de 2010 en…


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