[email protected]

Completa la sexta edición... 
¡Convocada la sexta!

Escribir un guion: un viaje extraordinario
Daniel Tubau cuestiona las fórmulas dogmáticas de los gurús del guión, que casi nunca cuentan cómo trabajan los guionistas. La narrativa audiovisual recupera riqueza, ambigüedad y profundidad. Un curso para aprender y disfrutar con la escritura de guiones. Clases a distancia pero en vivo, una cercanía que no podrás encontrar en un curso grabado ni en la Inteligencia Artificial.

Más información
Sabios ignorantes y felices, de Daniel Tubau
Sabios ignorantes y felices, de Daniel Tubau

Galería

El secreto del «secreto masónico» por fin revelado
¿Ser moralmente bueno basta para ser feliz?
Nuevo curso de guión online
Mosca duda acerca de si existe
Demostración de Berkeley de que Dios existe
Buda y la otra orilla Filosofía con Mosca y Caja
El dolor morboso de los estoicos
El gran teatro de la felicidad
Búscame en Class Paper

Nazismo en Hungría

Hungría ha tenido la desgracia, como le sucedió a algunos otros países del este de Europa , de conocer el totalitarismo fascista y el comunista. Si la memoria no me falla, todo comenzó en los años 20 con el Terror Rojo, que después fue sustituido por el Terror Blanco, mucho más cruel y sanguinario. El Terror Blanco derivó hacia el fascismo de Horthy, que acabó uniéndose a la Alemania nazi. Hungría, por lo tanto, luchó en la Segunda Guerra Mundial junto a Hitler.

El lago Balaton

Las doctrinas totalitarias se basan en el relativismo cultural, como ya dijo explícitamente Mussolini en su día. Consideran que no puede existir un verdadero diálogo entre culturas diferentes y que, por ello, la única manera de decidir qué cultura es mejor es el uso de la fuerza. Los totalitarismos también aplican la doctrina extrema del darwinismo social, que inventó el sobrino de Darwin, Francis Galton: la supervivencia del más fuerte. El relativismo y el darwinismo social son nombres modernos para seguir aplicando el comportamiento salvaje e instintivo, aunque a veces la izquierda haya recurrido al relativismo convirtiéndolo incluso, erróneamente, en sinónimo de respeto y diálogo entre culturas diferentes.

Debido a estos fundamentos teóricos, los totalitarismos, ya se basen en ideas comunistas, fascistas o simplemente en la identificación con un líder (como Franco), no pueden cooperar y colaborar, excepto de manera transitoria. Si Mussolini predica que la raza superior es la latina y concretamente la italiana, Hitler asegura que lo es la germana, mientras que el húngaro Horthy cree que esa raza superior es la magiar. Difícilmente puede fraguarse una alianza duradera: tarde o temprano, cada uno querrá aplicar sus ideas hasta el final y chocará con sus antiguos aliados. Mussolini, el pionero de los totalitarismos «de derechas», soñó durante un tiempo que la raza, la etnia, la cultura o la civilización latina iba a recuperar la gloria de la antigua Roma. Pero los fracasos de sus andanzas en Europa y África y el impresionante poder germano le obligaron a ceder el primer lugar a Hitler.

Si las potencias del Eje hubieran ganado la guerra, no habría pasado mucho tiempo hasta que estallaran los conflictos entre germanos y latinos, aunque, probablemente, las primeras víctimas habrían sido los eslavos. Tras ellos, quizás le llegaría el turno a los magiares, cultura única y aislada, y más teniendo en cuenta que Hitler había nacido en el antiguo imperio austrohúngaro, al que detestaba por su convivencia de culturas diversas.

Todo esto explica el que durante la guerra existieran tensiones entre los nazis alemanes y los fascistas húngaros. El régimen de Horthy persiguió a todas las minorías, incluida la alemana. Tras la Segunda Guerra Mundial, el régimen comunista impuesto por los rusos intentó no dar importancia a este dato, porque de ese modo podían acusar a la minoría alemana de la responsabilidad del pasado nazi de Hungría y así descargar la culpa de los propios magiares. Esa explicación contenía tan sólo un pequeño gramo de verdad, pero sirvió a los húngaros de la época comunista para mantener su conciencia tranquila.

Algo parecido sucedía en la República Democrática Alemana que, en un alarde de ficción histórica, siempre hizo como que el nazismo no tuviera nada que ver con ellos, sino sólo con los alemanes de la República Federal. Cuando estuve en Berlín Occidental en 1988 me asombró la memoria y el sentimiento de culpa de los alemanes, que incluso tenían un museo dedicado al holocausto en el antiguo Reichstag. Pero en el lado comunista apenas se hablaba del pasado nazi y se insistía en echar la culpa a los vecinos del otro lado de la ciudad y del otro país germano.

Lo mismo sucedía, según parece, en Hungría y quizás todavía sucede, porque en la Citadela hay un museo dedicado a la época nazi de Hungría en el que se condena aquella época, pero creo que no de la contundente manera que sería necesario. Es decir, no reconociendo la responsabilidad de gran parte de los húngaros en lo que sucedió.

CUADERNO AUSTROHÚNGARO


Lo peor de lo malo (el procés catalán)

Lo peor de lo malo (el procés catalán)

Que se celebre o no un referéndum en Cataluña es una cuestión que no me interesa demasiado, excepto porque la propuesta del gobierno catalán para celebrar ese referéndum es a […]

La identidad nacional

La identidad nacional

«Lark, Alondra, Pastecca, Vania, etc.: me gusta ser tantos con tal de no ser yo.» Iván Tubau Ahora que el estado nación se empezaba a disolver en Europa en algo […]

Mi pasado húngaro

Mi pasado húngaro

La influencia de nuestros antepasados sobre nosotros se parece a la manera en la que nuestro propio pasado, nuestra propia vida, nos condiciona. Lo que quiero decir es que a […]

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Nazismo en Hungría – DILETANTE. Daniel Tubau