La muerte de Francisco de Quevedo

Ya muy enfermo, Quevedo preguntó al médico que le dijera cuánto tiempo le quedaba por vivir; el médico le dijo que tres días, a lo que el escritor replicó: “ni tres horas”. Y así fue. Dictó sus últimas disposiciones y no pudo dejar de ser quien era cuando a la propuesta de un amigo de que dejara dinero para pagar los músicos que habían de acompañar su entierro, soltó: “La música páguela quien la oyere”.


Quevedo murió el 8 de septiembre de 1645 en un cuarto del Convento de los Dominicos de Villanueva de los Infantes. Allí se conserva todavía la cama, y en la pared un soneto escrito por Quevedo cuando ya presentía su fin:

Ya formidable y espantoso suena
dentro del corazón el postrer día;
y la última hora, negra y fría,
se acerca, de temor y sombras llena.

Si agradable descanso, paz serena
la muerte en traje de dolor envía,
señas da su desdén de cortesía:
más tiene de caricia que de pena.

¿Qué pretende el temor desacordado
de la que a rescatar piadosa viene
espíritu en miserias anudado?
Llegue rogada, pues mi bien previene;
hálleme agradecido, no asustado;
mi vida acabe, y mi vivir ordene.

Quevedo escribió decenas de poemas y ensayos acerca de la muerte, entre ellos uno de sus sonetos más célebres:

AMOR CONSTANTE MÁS ALLÁ DE LA MUERTE

Cerrar podrá mis ojos la postrera
sombra que me llevare el blanco día,
y podrá desatar esta alma mía
hora, a su afán ansioso lisonjera;

mas no de esotra parte en la ribera
dejará la memoria, en donde ardía:
nadar sabe mi llama el agua fría,
y perder el respeto a ley severa.

Alma, a quien todo un Dios prisión ha sido,
venas, que humor a tanto fuego han dado,
médulas, que han gloriosamente ardido,

Su cuerpo dejará, no su cuidado;
serán ceniza, mas tendrá sentido;
polvo serán, mas polvo enamorado.

 

A imitación de Séneca, Quevedo también escribió un «Morirás», que es realmente brillante:

MORIRÁS

«Fuera verdad entera si dijeras has muerto y mueres; lo que pasó lo tiene la muerte, lo que pasa lo va llevando. Morirás. Desde que nací lo sé, por eso lo espero y no lo temo. Morirás. No dices bien: di que acabaré de morir y acertarás, pues con la vida empecé la muerte. Morirás. Me dices lo que sé y callas lo que no sé, que es el cuándo. Morirás. Con todos hablas y todos te sacarán verdadero y tu vida a ti propio. Morirás. Si he vivido bien, empezaré a vivir; si mal, empezaré a morir. Morirás. No me alborotará hacer lo que todos han hecho y lo que todos harán. Morirás. Primero me lo dijo la Naturaleza. Morirás. Es vana amenaza, pues ninguno es tan necio que rehúse lo que hace; no hay hora que no muera. ¿Por qué he de temer lo que hago? ¿Por qué he de rehusar llegar adonde me llevo? Morirás. No viviré con esperanza de descansar, sino esperaré morir. Morirás. Con el propio contento que quien navega llega al puerto y quien peregrina a su patria. Morirás. Y los apetitos y vicios, si muero mozo, y las enfermedades y miserias, si muero viejo. Morirás. y si muero dichoso, la envidia que me tienen, y si desdichado la que yo tengo. Morirás. Y los cuidados y los desvelos si soy rico, y el desprecio y las calamidades si soy pobre. Morirás. Si hablas con el cuerpo, no lo puedo excusar por la naturaleza; si con el alma, te pueden desmentir las virtudes y las gracias. Morirás. Si hubiera alguno a quien no lo pudieras decir, me entristecieras. Morirás. No podré de otra manera seguir a muchos y ser seguido de todos. Morirás. No hay otro camino para pasar a vida sin muerte. Mientras lo dijeres a todos no podrás mentir, y no hay en todos uno en quien no puedas mentir, si le dijeres que vivirá».

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[Publicado por primera vez en Esklepsis 3 (1997) y en la red en 2004]

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