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Sabios ignorantes y felices, de Daniel Tubau
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La izquierda en la balanza

leftSé que hay quien piensa que dedico demasiado tiempo a criticar a la izquierda y que debería reservar todas mis fuerzas para la derecha.

Yo pienso más bien al contrario, puesto que me considero de izquierdas y considero que los planteamientos de izquierda son tan razonables que lo único que puede refutarlos son las estupideces cometidas por la propia izquierda. Por eso es más importante, creo, mostrar los errores, las crueldades y los crímenes que cometen o apoyan quienes se llaman de izquierdas y dejar claro que eso no es ser de izquierdas. Si resulta que la izquierda tiene más cosas de las que arrepentirse que la derecha, mala cosa. Y me temo que es así, al menos en las décadas que van de 1945 a 1989.

Por eso, opino que otra izquierda es posible. Pero lo opino desde hace 25 años y mi optimismo ya no es tan ingenuo como entonces. Creo que en los últimos tiempos se produjo un avance, pero que ahora está teniendo lugar un retroceso. Esa es la razón por la que escribo tanto acerca de muchos que se llaman a sí mismos de izquierdas.

Por otra parte, sé que la mayoría de los que leen esto son de izquierdas. Si pensase que son de derechas, seguramente escribiría mucho más acerca de las cosas que defienden quienes se llaman de derechas (que también lo hago).

Algún amigo me ha dicho: «Sí, pero podrías equilibrar un poco, no golpear tanto a los de nuestro lado». Como le dije a mi amigo Marcos en un correo personal, esa opinión (que no era la suya) es precisamente una muestra de lo grave de la situación: que alguien considere que esas cosas que ataco tienen algo que ver con «nosotros», con «nuestro bando» o con la izquierda.

Aunque es seguro que a menudo me equivocaré en mis opiniones, para mí los otros son todos los que apoyan, minimizan o justifican todo lo que yo rechazo: muerte, asesinato, tortura, violencia, discriminación, explotación, abuso, intimidación, dictadura, crueldad, racismo, sexismo. Todos los que defiende esas cosas son para mí «los otros», nunca «los nuestros». Así que siempre ataco a los mismos: no hay ninguna balanza que equilibrar.


POLÍTICA


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