Un regalo de navidad: “La nueva teología”
Al ofrecer a los lectores mi relato “La Nueva Teología” en una fecha tan simbólica como la Navidad del año 2015, siento que se cierra un círculo, o quizá debería decir, que asistimos a un nuevo giro de una espiral que se inició quizá en 1987 y que se extenderá al menos hasta el siglo XXV. Intentaré explicar a qué me refiero.
El incierto origen de un ensayo teológico
Por alguna razón, en mi mente está fijada la fecha 1987 como la del momento en el que escribí un relato titulado “La Nueva Teología”. No sé qué es lo que me inspiró, tal vez la lectura de algún filósofo, quizá la de un semiótico, la de un teólogo o quien sabe si la de un simbolista. Tengo candidatos para cada una de las categorías: Umberto Eco, Agustín de Hipona y Leibniz o Huysmans o Eduardo Cirlot. No sé si conservo un ejemplar de esa primera versión, pero sí sé que lo leyó un amigo mío, Jordi Torrent, y que le gustó. Eso me hace pensar que estábamos en Barcelona, pero quizá fue durante una visita suya a Madrid, precisamente cuando me convertí en el protagonista de un cortometraje simbolista que él dirigió y realizó en las calles de Madrid. En aquella historia, que Jordi creaba sin un guión previo, yo acababa disolviéndome entre los esqueletos flamencos del bar Los Gabrieles. El cortometraje nunca vio la luz y tiempo después Jordi me dijo que aquella escena en la que yo desaparecía frente a aquellos esqueletos no podía verse por falta de luz.
Una fecha más segura relacionada con el relato es la de 1990, porque fue entonces cuando presenté el cuento a unas Ayudas del Ministerio de Cultura para obras de ficción. Como se puede leer todavía en el Curriculum Vitae que envié con mis datos, yo entonces era articulista y corrector de estilo y estudiaba en la Universidad Complutense, pues me había matriculado en el año 1988 en la carrera de Filosofía. Lo de articulista se refería al periódico El Independiente, donde publiqué varios artículos hasta que alguno de mis ellos chocó la línea editorial del periódico y recibí la sutil censura del silencio, es decir, no me solicitaron más colaboraciones, a pesar de que era un periódico que acogía ideas de un amplio espectro ideológico. Por aquellas fechas, ya había escrito varios libros, como una biografía del grupo Deep Purple (publicada por la editorial Júcar), otra de Edith Piaf (no publicada) y otra de AC-DC (no sé si publicada o no). También había publicado varios cuentos de terror en la Biblioteca Universal de Misterio y Terror y un libro juvenil de aventuras múltiples, La espada mágica, que me convierte en uno de los precursores del relato hipertextual.
El cuanto a la ayuda del Ministerior de Cultura, no la obtuve.
¿Qué es (o qué era) “La Nueva Teología”
Es interesante leer la Memoria explicativa que presenté junto al cuento: «Se trata de un ensayo-ficción en el que se analiza desde diversas perspectivas una obra ficticia llamada La Nueva Teología».
También se habla en esa memoria del autor, Ludwig von Hertz, que «propone una nueva y radical interpretación de los textos bíblicos». Sin embargo, lo que presenté no era un único cuento o ensayo-ficción, sino un proyecto que incluía varios relatos: «En torno a esta obra, de la que se presentan algunos fragmentos escogidos, giran los diversos ensayos, todos ellos ficticios».
Mi insistencia en el carácter ficticio de esos ensayos se debía sin duda a que el premio al que me presentaba era para textos de ficción. Enseguida, añadía: «A través de esta multiplicidad de planteamientos, se analiza el hecho religioso, el carácter de la Revelación, los sistemas alegóricos y los diversos desciframientos, desde aquellos referidos a mensajes secretos y lenguas desaparecidas, hasta los que se dirigen a la naturaleza misma».
Ahora bien, aunque esos temas eran los más visibles en mi proyecto, mis intenciones eran mucho más ambiciosas: «No es exagerado decir que se pretende hablar de todo, de lo divino y de lo humano, sobre todo de lo divino».
Finalmente, aclaraba ese carácter ficticio de la obra:
«Esta es una obra de ficción, pero en modo alguno lo son los argumentos literarios esgrimidos por los diversos contendientes, que reproducen, dentro de la amenidad exigida por el género, posturas que encuentran, en la mayor parte de los casos, un paralelo en el llamado mundo real».
Y a continuación quizá está la clave que explica por qué tengo fijado en la memoria la fecha 1987 como el inicio de “La Nueva Teología”, porque digo: «A lo largo de los tres años que llevo trabajando en este proyecto, he acumulado una gran cantidad de datos y notas que me han llevado a concebir una estructura». Puesto que el premio del Ministerio se convocó en 1990, la frase anterior nos lleva a 1987.
La estructura a la que me refería incluía ocho relatos o ensayos acerca de La Nueva Teología, el libro de Ludwig von Hertz:
1. “La Nueva Teología“.
2. Crítica escéptica de La Nueva Teología.
3. La Cábala y La Nueva Teología.
4. El Islam y La Nueva Teología.
5. Balance de La Nueva Teología.
6. La Nueva Teología y la tradición religiosa
7. Oriente y La Nueva Teología.
8. Una defensa de La Nueva Teología.
junto a los ocho anteriores, se incluía un noveno texto: Hunor y Magor y el nacimiento de la nación húngara, que era un capítulo de La Nueva Teología que servía como ejemplo del método hermeneútico o interpretativo de Ludwig von Hertz en su lectura de los textos sagrados. Mi intención era publicar “Hunor y Magor” en el número 6 de Esklepsis, pero la revista dejó de publicarse tras el número 5.
La Memoria que envié al premio del ministerio termina de manera abrupta por que no he logrado encontrar la página final: «Los textos proporcionados como muestra son todos ellos incompletos, pues dependen estrechamente unos de otros, de modo que no puede terminarse uno hasta saber cuál…» Supongo que la frase terminaba con algo así como: «…hasta saber cuál es el lugar que ocupa en el conjunto». No sé si en esa página perdida se contaba algo más acerca del proyecto.
Un paréntesis de treinta años
Casi treinta años después, tras diversas peripecias que contaré al recordar cómo escribí “Recuerdos de la era analógica” y otros relatos que acabarían convirtiéndose en el libro Recuerdos de la era analógica, una antología del futuro, vi en internet la convocatoria de un concurso llamado “La Revelación”. El nombre parecía perfecto para aquel relato llamado “La Nueva Teología”, teniendo en cuenta que, además, quienes convocaban el concurso tenían una página web llamada ni más ni menos “La Segunda Revelación”.
El premio estaba destinado a relatos mitológicos y mi relato era religioso. Pero, al fin y al cabo, la religión cristiana, la judía o la musulmana son relatos mitológicos que han adquirido el estatus de religión debido en parte a su triunfo final (existen otras diferencias entre mitología y religión, pero no vale la pena examinarlas aquí). Confié en que los creadores del premio consideraran que un relato acerca de los personajes bíblicos era un relato mitológico y reescribí el cuento. Al final decidí enviar solo el cuento principal, aunque modificado, y no los relatos anexos, como las visiones escéptica, cristiana, judía acerca de “La Nueva Teología” o el texto de Hunor y Magor y Hungría.
Lo demás es fácil de contar: gané el segundo premio del concurso mitológico, conocí a los encantadores responsables de Evohé, Javier, Barto y Sandra, y no tiempo después mi relato se publicó junto al resto de relatos ganadores del premio en El Camino de los Mitos. Curiosamente, por esas fechas compartimos una comida deliciosa en un restaurante cercano a su oficina de Evohé, en la calle del Príncipe de Madrid, calle paralela inmediata precisamente de aquella calle Echegaray en la que protagonicé aquel corto en Los Gabrieles treinta años antes. Quizá en esa comida nació la idea de publicar el libro del que yo había extraído “La Nueva Teología”, compuesto por cuentos que había escrito durante todos esos años.
Un año después se publicó ese libro, Recuerdos de la era analógica, en una magnífica edición que incluso incluye un póster desplegable (“el ezine “Mundo analógico”). Como “La Nueva Teología” ya se había publicado en El camino de los mitos, no lo incluimos y su lugar fue ocupado por un relato nuevo, que escribí para llenar su ausencia y señalarla: “Una conversación en la isla de Patmos”.
¿Y por qué había que señalar su ausencia? Porque “La Nueva Teología” es quizá una de las claves más importantes que permite entender Recuerdos de la era analógica, o al menos que permite elaborar una posible explicación acerca de esa extraña antología realizada en el siglo XXV (o 25, como dice ellos) por unos antólogos que buscan en la Arqueo Red y encuentras relatos, artículos, exámenes, páginas de un diario y todo tipo de textos. Por eso, por ser quizá “La Nueva Teología” la clave de bóveda de Recuerdos de la era analógica, supone para mi una gran alegría ofrecer ahora este relato completamente gratis, como regalo de navidad de este 2015 que se acaba. De este modo, los lectores de REcuerdos de la era analógica podrán leerlo y juzgar por sí mismos, pero también, quienes lean este relato, podrán leer también Recuerdos de la era analógica con esta visión que quizá les ayudará a entenderlo todo un poco mejor. O todo lo contrario. ¿Quién sabe?
Por último, este regalo de navidad ha sido posible gracias a la generosidad de Javier Baonza, de ediciones Evohé, un gran editor y un gran amigo.
El relato “La Nueva Teología” podrá leerse mañana mismo, día de navidad, en esta misma página.
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LA NUEVA TEOLOGÍA
(Recuerdos de la era analógica)
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A continuación, puedes ver entradas dedicadas a Recuerdos de la era analógica encontradas en la Arqueo Red (que nosotros llamamos Internet)
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