
Los problemas del estoicismo, no sólo del que domina hoy como última moda, sino incluso del de Epicteto o Marco Aurelio, son la resignación exagerada y la indiferencia llevada al extremo.
Comparte con muchas filosofías del Imperio Romano, y de casi todas las que vinieron después, una característica muy molesta y peligrosa. No es que propongan un modo de vida más o menos interesante, estimulante o revelador, sino que afirman que ese es el único modo posible de vivir. En vez de decir: «Yo lo hago así y me va muy bien», dicen: «Debes hacerlo así o serás un idiota o un inmoral».
Si esta pulsión dogmática se une a la tendencia actual a la moralina y el reproche, el resultado es un nuevo puritanismo ético que recuerda al de los antiguos calvinistas… o al de algunos de los antiguos estoicos, incluido Epicteto.
Si queremos aprender todo lo bueno que nos ofrecen Epicteto, Séneca y Marco Aurelio, el primer paso será tener cuidado tanto con sus excesos como con sus admiradores, con los neoestoicos actuales, que nos recomiendan resignación ante lo injusto, indiferencia ante los problemas de los demás y mirar obsesivamente hacia nuestro interior. Elon Musk se proclama estoico y se disfraza de emperador o general romano, queriendo emular a Marco Aurelio, pero no parece capaz de controlar sus pasiones ni de dialogar con quienes piensan de manera diferente. En cuanto a su indiferencia estoica, se revela tan solo en que no le importa que sus empleados lo pasen bien o mal.

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