Instantes, de Jorge Luis Borges

En 1998 publiqué en mi revista Esklepsis un texto de Borges llamado Instantes:

«Si pudiera vivir nuevamente mi vida, en la próxima trataría de cometer más errores. No intentaría ser tan perfecto, me relajaría más. Sería más tonto de lo que he sido, de hecho tomaría muy pocas cosas con seriedad. Sería menos higiénico. Correría más riesgos, haría más viajes, contemplaría más atardeceres, subiría más montañas, nadaría más ríos.
Iría a más lugares a donde nunca he ido, comería más helados y menos habas, tendría más problemas reales y menos imaginarios.
Yo fui una de esas personas que vivió sensata y prolíficamente cada minuto de su vida; claro que tuve momentos de alegría. Pero si pudiera volver atrás trataría de tener buenos momentos.
Por si no lo saben, de eso está hecha la vida, sólo de momentos; no te pierdas el ahora.
Yo era de esos que nunca iban a ninguna parte sin un termómetro, una bolsa de agua caliente, un paraguas y un paracaídas; si pudiera volver a vivir, viajaría más liviano.
Si pudiera volver a vivir comenzaría a andar descalzo a principios de la primavera y seguiría así hasta concluir el otoño.
Daría más vueltas en calesita, contemplaría más amaneceres y jugaría con más niños, si tuviera otra vez la vida por delante…»

Aunque aquí aparece en prosa, es frecuente encontrar Instantes como un poema:

Si pudiera vivir nuevamente mi vida.
En la próxima trataría de cometer más errores.
No intentaría ser tan perfecto, me relajaría más.
Sería más tonto de lo que he sido, de hecho
tomaría muy pocas cosas con seriedad.
Sería menos higiénico.
Correría más riesgos, haría más viajes,
contemplaría más atardeceres,
subiría más montañas, nadaría más ríos.
Iría a más lugares adonde nunca he ido,
comería más helados y menos habas,
tendría más problemas reales y menos imaginarios.
Yo fui una de esas personas que vivió sensata y prolíficamente
cada minuto de su vida; claro que tuve momentos de alegría.
Pero si pudiera volver atrás trataría de tener
solamente buenos momentos.
Por si no lo saben, de eso está hecha la vida, sólo de momentos;
no te pierdas el ahora.
Yo era uno de esos que nunca iban a ninguna parte sin termómetro,
una bolsa de agua caliente, un paraguas y un paracaídas;
Si pudiera volver a vivir, viajaría más liviano.
Si pudiera volver a vivir comenzaría a andar descalzo a principios
de la primavera y seguiría así hasta concluir el otoño.
Daría más vueltas en calesita, contemplaría más amaneceres
y jugaría con más niños, si tuviera otra vez la vida por delante.
Pero ya tengo 85 años y sé que me estoy muriendo.

Instantes es considerado el poema más conocido de Borges y el más difundido en Internet. En el Borges Center de Iowa reciben miles de consultas acerca de este poema, a las que se ven obligados a responder: «Ese poema no es de Borges».

No estoy seguro de cuál era mi intención al incluir el poema Instantes en el número 4 de la revista Esklepsis. ¿Sabía que era un poema falso o también yo creía que lo había escrito Borges? Sospecho que mi intención era tenderle una trampa al lector, porque soy aficionado a hacer este tipo de atribuciones falsas de vez en cuando. En ese mismo número de Esklepsis, dentro de la sección Misterios, resolvía el misterio del famoso Desiderata de Baltimore, un texto en muchos aspectos semejante al atribuido a Borges.

Si se lee el poema con un poco de atención, enseguida se percibe que hay demasiadas cosas que no parecen propias de Borges, al menos en el poema, pues si se lee el texto como una prosa puede resultar más engañoso. Eso sí, resulta bastante evidente que es falso… una vez que uno ya sabe que es falso.

Pero lo cierto es que muchos críticos y expertos han considerado que el poema había sido escrito por Borges. El traductor más prestigioso de Borges al inglés, Alastair Read, tradujo el poema atribuyéndolo a Borges sin dudar.

Más extraño todavía es que el poema fue publicado en la revista mexicana Plural (fundada por Octavio Paz), en vida de Borges y atribuyéndoselo… a Borges. Es muy razonable suponer que la publicación del poema en esta prestigiosa revista llegara a oídos del propio Borges (que entonces ya era ciego), o de alguno de sus conocidos, y que se produjera, en consecuencia, un desmentido.

¿Qué habría dicho Borges si alguien le hubiese atribuido ese poema? Posiblemente se habría escandalizado como lo ha hecho en varias ocasiones María Kodama, lamentando que le puedan atribuir versos que ni siquiera son correctos en castellano. Kodama llegó a declarar que nunca se habría casado con el autor de un poema tan malo, en el que resulta “infantil el lenguaje empleado y totalmente contradictorio el mensaje transmitido, con respecto a los principios que Borges sustentó hasta el fin de su vida”.

Sin embargo, resulta que Borges conoció el poema. En una entrevista con Elena Poniatowska, ella le recitó dos de sus poemas, Instantes y Remordimiento:

«Borges escucha con incredulidad, con atención, acostumbra escuchar con seriedad, no se distrae, sin el bastón, sus dos manos sobre la colcha, se ve más desamparado.
Sonríe.
—¿Qué puede importarme ser desdichado o ser feliz? Eso pasó hace ya tanto tiempo… Estos poemas son demasiado inmediatos, autobiográficos, son remordimientos.»

Se juntan aquí varios asombros, como señala Iván Almeida en su delicioso y documentado artículo dedicado al misterio de Instantes. Lo más llamativo es que Borges no niega la autoría del poema, pero tampoco dice nada acerca de ese verso en el que afirma que tiene 85 años, a pesar de que en el momento de la entrevista sólo tenía 77 años.

Pero, claro, podría decir alguien, a veces los poetas no hablan en primera persona, podría tratarse de una figura literaria. Es cierto que, según Poniatowska, Borges escucha con «incredulidad», pero también es cierto que no dice que no sean suyos los poemas. Hay que aclarar que el segundo poema, Remordimiento, es sin ninguna duda de Borges: lo publicó en La Nación cuando murió su madre, en 1976. Es indudable que existe una semejanza de intención en ambos poemas, como se puede comprobar al releer Remordimiento:

He cometido el peor de los pecados
que un hombre puede cometer. No he sido
feliz. Que los glaciares del olvido
me arrastren y me pierdan, despiadados.

Mis padres me engendraron para el juego
arriesgado y hermoso de la vida,
para la tierra, el agua, el aire, el fuego.
Los defraudé. No fui feliz. Cumplida

no fue su joven voluntad. Mi mente
se aplicó a las simétricas porfías
del arte, que entreteje naderías.

Me legaron valor. No fui valiente.
No me abandona. Siempre está a mi lado
La sombra de haber sido un desdichado

Es cierto que este poema suena más a Borges, aunque dos líneas nos hacen dudar: “Que los glaciares del olvido/me arrastren y me pierdan», que no desentonarían en lo que suele llamarse estilo cursi o romántico.

Remordimiento tampoco parece coincidir con «los principios que Borges sustentó hasta el fin de su vida”, según Kodama, porque el sentido del poema es casi idéntico al de Instantes. El error tal vez consista en considerar que Borges sólo fue capaz de sostener un único conjunto de principios a lo largo de su larga vida.

Parecería demostrarse, de este modo, que Borges escribió o reescribió Instantes, puesto que no negó su autoría cuando Poniatowska le leyó los dos poemas. La paradoja es que la autenticidad de Remordimiento prueba la falsedad del pasaje de la entrevista, porque, aunque su autora la fechó en 1976, fue realizada en 1973 y se publicó ese mismo año en el periódico Novedades. Sin embargo, Borges no publicó Remordimiento en La Nación hasta 1975, un día después de la muerte de su madre: Poniatowska nunca pudo leer a Borges un poema que todavía no había sido escrito.

(2019: recientemente, Poniatowska reconoció que había inventado al menos parte de esa entrevista)

Poco después de escribir Remordimiento, Borges se dedicó a recorrer el mundo acompañado de María Kodama. Recuerdo su emocionante visita a España, he visto algunas de las entrevistas que le hicieron, he leído muchas más, y Borges da, en esos momentos la sensación de ser un hombre que acumula casi con avaricia más y más momentos de felicidad. Algunos dicen que escondía un dolor secreto (¿pero quién no esconde un dolor secreto?) y que estaba secuestrado. Yo no puedo opinar acerca de ese asunto, pero no era eso lo que parecía, entre otras cosas porque los secuestrados suelen estar encerrados y no recorren decenas de países.

Pero el poema Instantes esconde más misterios, que puedes descubrir si lees el artículo de Iván Almeida. Allí descubrirás también a quien probablemente es el verdadero autor de Instantes.

Yo tengo mi propia teoría al respecto de todo este asunto (por ahora incomprobable), que contaré en otra ocasión.


Iván Almeida: Jorge Luis Borges, autor del poema Instantes

Por cierto, ¿sabés cuál es el verso mal escrito del poema Instantes al que se refiere María Kodama?

Continuará

********

[Publicado en Ubicuo en 2005]

3 Comments

  • Mercedes

    Me ha encantado el texto, desconozco el verso mal escrito , lo cierto es que me envuelve e hipnotiza el sentido y no me centro en encontrar errores……….

  • Alicia Virginia Fernandez Balboa

    Daniel, te sé vmuy inteligante y nada lerdo para que sepas de una vez por todas que este tema no da para nada. Se que sabes que ese poema no es de El. Nadie podría pensar que ese mediocre collar con el nombre de INSTANTES hila una mediocridad en sus palabras y en su tensión, opuesta a la verdadera de los poemas de Borges, que gracias a ese talento para escribir en nuestra gloriosa lengua, jamás habría osado mancillarla conn esa vulgaridad.No hace falta la supuesta palabra ilustrada de María Kodama, para sentir asco si se lo atribuyen a Borges.Mira hay muchas locas que se cuelgan de eses nombre: BORGES para seguir sosteniendo su infima fama como mujeres intelectuales.Si Borges hablara contigo , te diría como solía hacerlo al oír Ese poema INFAME, con su Ironía habitual » DICEN QUE INSTANTES ES MÏO……puede que lo haya escrito sin darme cuenta, ….»A lo mejor, digo yo, no es que exista EL OTRO BORGES, hay muchos Borgecitos pululando por otras parte.También podría haber dicho.»Lo debe haber escrito un muchacho de otro barrio.»…utilizando esta frase cuando veía a un personaje que El encontraba raro.
    Lo conocí personalmente durante mucho tiempo y hablaba como escribía.Su conversación era un elixir de ironía , inteligencia y Humor.
    Es que a la gente se le ha puesto que Borges no fue feliz.Mira vivió eternamente enamorado de montones de mujeres y correspondido.Hasta el último día de su vida vivió enamorado, a una edad en la cual es imposible para el común estarlo.BORGES fue un hombre feliz o para escribir bien en castellano hay que convencerse de que uno es una persona infeliz.Borges murió sin haberse arrepentido de nada, y como le dijo a su gran amigo BIOY CASARES cuando partía hacia su Ultimo destino: GINEBRA, y su amigo le preguntó por qué se iba, con todos los cojones que nadie tiene , le contestó,» Mirá, para morirse da igual cualquier lugar» Si quieren saber quien fue Borges compren un libro muy gordo que son la memorias de ese gran amigo BIOY CASARES, que no por casualidad Se llama» Borges!», donde desde el primer dia en que ambos tenían veinte años hasta que se fue a morir a cualquier parte, cada recuerdo o página comienza con » agosto de 1943: HOY VINO A ALMORZAR BORGES » y así sucesivamente por más de 40 años

  • Nube

    Este poema es horroroso, dulzón, empalagoso en fin, un espanto. Evidentemente, no han leído a Borges quienes lo creen su autor. Consejo: léanlo y van a disfrutar mucho más que con este engendro.

Leave a Reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *