• La cortina y los prejuicios

    Estaba comentando durante una clase que el término acusmática (que emplea Michel Chion para referirse a un sonido cuyo origen se ignora) procedía de Pitágoras. Pitágoras tenía la costumbre de dar sus lecciones a ciertos discípulos tras una cortina, para que no se distrajeran de lo que decía (o tal vez por otras razones).  Por eso, los discípulos acusmáticos eran «los que oyen sin ver». Escuchaban la demostración, pero no veían las figuras geométricas que trazaba el maestro. Comentaba esto y entonces me acordé de lo que cuenta Gladwell acerca  las pruebas que se hacían en Alemania para contratar nuevos intérpretes. Resulta que a un director en particular le parecía…

  • 2.7 Conclusión

    Sólo queda por comentar una cuestión que es tal vez la central en todo estudio de la ética aristotélica: el de su misma definición. La de Aristóteles es el ejemplo más repetido y el modelo más señalado de ética eudemonista, y además teleológicamente eudemonista. Sin embargo, ambos conceptos nos son tan trasparentes, ni su aplicación tan evidente como pueda parecer. Si no un error, la definición de la ética aristotélica como eudemonista puede ser una gran simplificación, o la descripción de un hecho trivial, pero no carente de consecuencias. ¿Es la ética de Aristóteles, en definitiva, eudemonista? Parece serlo, desde el momento en que el propio Aristóteles así lo afirma,…

  • 2.6 Pensamiento, palabra y acción

    Hay un asunto que interesa de manera muy especial a Demócrito, pero que Aristóteles apenas examina directamente en la Ética a Nicómaco (tal vez porque se trata de la condición implícita en la investigación misma), aunque al parecer sí lo hace en el Protréptico. Se trata de la adecuación entre la reflexión interna, el discurso o expresión pública y la acción. Así, dice Demócrito: “Tres son las consecuencias de ser sabio: deliberar bien, hablar bien y obrar como se debe” (fr.830 y 831), y critica a aquellos que: “actuando de la manera más despreciable hacen gala de los más bellos discursos” (fr.700). Pero el interés por esta cuestión lo muestra…

  • 2.4 Acceso del hombre a la felicidad

    Llegamos con esto a la cuestión que tanto preocupaba a Aristóteles: si el hombre aspira a la felicidad debido a la naturaleza, al azar, a la costumbre, o a la educación y la voluntad. Demócrito parece opinar que ello depende de la naturaleza: “Conocen lo bello y a él se abocan quienes por naturaleza están inclinados a él” (fr.888). Sin embargo, esta sentencia es negada, o c uando menos matizada, en muchos otros fragmentos de Demócrito. La disparidad de criterio podría deberse a la consideración de lo bello, que tal vez no habría que identificar en Demócrito con lo bueno o con la búsqueda de la felicidad. El lamentable estado…

  • 2.3 Los bienes exteriores

    Para Demócrito, “la felicidad o desgracia humana no puede depender del azar ni de los dioses (fr.691)”, algo que Aristóteles expresa de muchas maneras. Asimismo, “ni el cuerpo ni las riquezas proporcionan felicidad a los hombres, sino la rectitud y la prudencia” (lamentablemente, también queda fuera de los límites de este trabajo analizar la gran importancia que para Aristóteles tiene la prudencia, virtud dianoética, como mejor guía para alcanzar la felicidad[1]). Y a pesar de que las riquezas no son la felicidad, Demócrito no las rechaza de manera absoluta: “Procurarse riquezas no es cosa inútil, pero es el peor de los males si su origen es la injusticia (fr.910)”. En…

Sabios ignorantes y felices, de Daniel Tubau
Sabios ignorantes y felices, de Daniel Tubau