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El placer y la salud
Epicuro decía que la ausencia de dolor ya era placer, incluso consideraba que era el mayor de los placeres. No es extraño, si tenemos en cuenta que, según parece, Epicuro soportó mucho dolor físico a lo largo de su vida. Eso pensaba mientras iba caminando feliz por la calle y preguntándome por qué tanta gente se queja cuando no está enferma. Y en estas sanas reflexiones, recordé una cita de uno de mis filósofos favoritos, que ya incluí en Esklepsis 2 y en el blog Wordls, y que aquí repetiré de nuevo: «Hay gente que dice que la vida no es más que un tejido de desgracias; lo cual viene…
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Aristóteles en Toledo y la nariz de Freud
Aristóteles no estuvo en Toledo, que yo sepa, quizá porque no era tan viajero como su maestro Platón y porque, según tengo entendido, el viaje más largo que hizo fue a Macedonia para educar a Alejandro Magno, o tal vez porque, aunque hubiese llegado a la Península Ibérica, la ciudad de Toledo o Toletum todavía no existía. Pero, aunque no haya estado en Toledo, yo sí he estado con él en Toledo, con su Poética, que he vuelto a leer en el autobús que me llevaba de Madrid a Toledo esta mañana. El anterior es un inicio enrevesado que me sirve para comentar tres o cuatro cosas que me han…
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Un optimista es sólo un pesimista…
INVESTIGACIÓN ACERCA DEL PESIMISMO Y OPTIMISMO /1
Un optimista es sólo un pesimista …bien informado. En la continua pugna entre pesimistas y optimistas, hasta hace poco (2005) los optimistas se llevaban todo lo bueno, excepto la capacidad de informarse: «Un pesimista es sólo un optimista bien informado», o bien: «un optimista es sólo un pesimista mal informado», decían, ufanos, los pesimistas. No estar informado implicaba para el optimista algunas de las siguientes calificaciones: ingenuidad vergonzosa, complicidad con el sistema, ceguera ante lo que le rodea, indiferencia hacia el sufrimiento, buenismo infantil… Naturalmente, no todos los optimistas acumulaban esa ristra de defectos, pero eso era más o menos lo que se daba a entender al decir que estaban…
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El hombre de la ventana
A Lichtenberg se le conocía en Gotinga, donde pasó casi toda su vida, como «el hombre en la ventana» (der Mann am Fenster) porque se pasaba los días mirando por la ventana. Llevaba una vida muy retirada, aparte de sus clases en la Universidad, aunque no aislado del mundo, pues mantenía correspondencia con pensadores y científicos, como Goethe y Kant, y recibía a todo tipo de visitantes. Kant también era célebre por un hábito: dar un paseo a las cinco de la tarde. Los parroquianos ponían el reloj en hora al verle aparecer en la plaza. ******** [Publicado el 21 de junio de 2004 en Mazda] Otras ventanas [wpts_matriz boxwidth=’150′…
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La suavidad de las costumbres
Enrique José Varona, un filósofo cubano que vivió entre 1849 y 1933, decía: «El hombre no se moraliza con mandatos; suavícese el medio natural y social en que se desenvuelve y se suavizarán sus costumbres, y su inteligencia será el reflejo de esos sentimientos más humanos y por consiguiente más morales». Esto es tan cierto, creo yo, que hay que evitar siempre que se pueda el ejemplo brutal y asocial: la guerra, la disputa enconada y sangrante, la descalificación del adversario como persona o como ser humano, no sólo por lo que de malo tienen en sí tales cosas, sino por el peligro de que sean imitadas. La primera…